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lunes, 5 de agosto de 2024

Autos de la Familia

Era 1935. El vasco Guillermo Isidoro Larregui tenía unos 50 años cuando partió desde Comandante Luis Piedra Buena a la Capital, con una carretilla de madera como único equipaje.

Estaba desempleado, cesanteado de la petrolera Ultramar de Mata Amarilla, subsidiaria de la Standard Oil. Conversaba con amigos que comentaban los nuevos records publicados en los diarios.

"A cualquiera de esos señores aviadores y automovilistas los desafío yo a hacer una travesía desde estos lugares a Buenos Aires, caminando y conduciendo además una carretilla", soltó el vasco.–Usted tampoco es capaz, lo desafiaron. A los cinco días, el 25 de marzo, Larregui partía hacia Buenos Aires, ante los comentarios de los incrédulos que pronto lo apodaron "el loco de la carretilla". Lo esperaban más de 3.000 kilómetros de peripecias y aventuras.

"Piense usted que casi pierdo la vida. Enfermé en la provincia de Buenos Aires y permanecí dos meses con peligro de muerte". "He encontrado muchas personas buenas y ayudadoras en el camino, pero la mayoría ¡no me hablen! ¡Con decirle que los propios lecheros vascos que iba encontrando en los pueblos me cobraban la leche que les compraba! Le llevó más de un año cumplir su meta.

El 23 de mayo de 1936 llegó a Burzaco, el 24 a Avellaneda –donde el Centro Español lo agasajó con flores y cintas de colores alusivas a las banderas argentina y española– y el 25 armó su carpa frente a la redacción de los diarios Crítica y Ahora, que publicaban titulares como "gastó 31 pares de alpargatas en su caminata"; o comentarios sobre la hazaña: "en nombre del Club Argentino de Caminatas se le hizo entrega de una plaqueta de oro y de un pergamino con que esta entidad premió la excursión del bravo éuscaro".

Luego siguieron funciones de teatro a beneficio, homenajes y más agasajos. Pero como cuenta Patricia Halvorsen, autora de El vasco de la carretilla, una historia patagónica real pronto "el vasco supo que la popularidad no llega siempre con un pan debajo del brazo". Le costó muchísimo solventar las próximas expediciones, que nunca tuvieron la difusión de la primera.

Sin embargo, no se amilanó y realizó tres más: una de Coronel Pringles a La Quiaca (4405 km), otra desde Villa María en Córdoba hasta Santiago de Chile (2018 km) y la última desde Trenque Lauquen a las Cataratas del Iguazú, en 1944. Allí, en Misiones, se afianzó y construyó su casa con latas vacías recicladas.

Se dedicó a ser guía de los primeros turistas y murió el 5 de junio de 1964. Sus restos descansan muy lejos de casa, en el cementerio de Puerto Iguazú. La carretilla, por su parte, se exhibe en el Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján, donde Larregui la donó "para que la gente sepa cómo he tenido que luchar para terminar este viaje", las firmas de quienes se cruzaron en el camino borradas por el tiempo.

Su hazaña, sin embargo, no sólo ha merecido el libro de Halvorsen y otro de Asencio Abeijón. También hay documentales, centros vascos y hasta una bio pic que se llama Gora Vasco!


En 2005 fue inaugurado en Piedra Buena –justo en el lugar de donde partió Larregui– un mural en su honor y en 2017 la municipalidad de Puerto Iguazú le puso El Vasco de la Carretilla a una plazoleta y lo inmortalizó en bronce, junto al mapa de sus cuatro viajes.


(Diario La Nación - 2019)

1 comentario:

  1. Muy muy interesante!
    Una medida del tiempo transcurrido es la imposibilidad con la que se tratarían estas empresas hoy en día.
    Para empezar, Vialidad Nacional le hubiera prohibido circular en las rutas.
    Podemos mencionar la dificultad para conseguir auspiciantes, quizás algún fabricante de carretillas.
    Y ni hablar de la dificultad para conseguir alpargatas.

    Por otra parte, quedé encantado con las fotos, imagino que son de su familia.
    Por favor cuéntese algo, no nos deje en la ignorancia!

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