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martes, 7 de febrero de 2023

Justicialista Pick Up (1952)

Tuve un infarto en diciembre de 2015 y gracias a eso me quedé vivir en la Argentina. Fue un infarto que me dio de sopetón a los cuarenta y cinco años y casi me muero. Yo estaba alquilando una casita en Montevideo, por AirBNB, y los dueños de esa casa me salvaron la vida. Me subieron a un auto, llamaron a un patrullero, me llevaron al hospital e hicieron una cantidad de cosas tremendas para no me muriera. ¡Sin conocerme! Yo era el inquilino: nos habíamos visto un día antes cuando ellos me dieron la llave de la casita de huéspedes y nada más.

—Vamos a visitar a esta gente, a Montevideo.

Fuimos a visitar a esta pareja de montevideanos, Javier y Alejandra, y también fuimos a contarles algo que no sabía nadie todavía en mi familia: que íbamos a ser papás.

Llegamos a la casa donde me infarté. A mí me dio un cosquilleo cuando llegamos, porque podía haberme muerto ahí, un año antes.

Javier y Alejandra tienen un caserón enorme en el barrio montevideano del Prado, con una pileta olímpica y cuatro perros, con obras de arte y muebles caros, y hasta una casa de huéspedes detrás del jardín. En esa casa de huéspedes me infarté.

Cuando fuimos esa noche a contarles que íbamos a ser papás, se pusieron muy contentos. Se emocionaron. Me abrazaban y le tocaban la panza a Julieta. Después la charla empezó a fluir, como si nos conociéramos de toda la vida. 

Entonces Javier nos empezó a contar sobre ellos. Nosotros no sabíamos nada sobre ellos. Solamente sabíamos que me habían salvado la vida un año antes, que me habían llevado en su auto al hospital, que habían movido cielo y tierra para que me atendiera la salud pública, que eran mis ángeles de la guarda. Pero nada más.

Y cuando Javier empezó a hablar, supimos que eran personas muy especiales.

Alejandra era funcionaria en Montevideo. Y no me acuerdo de qué trabajaba Javier pero iba y venía por todo el mundo; digamos que era un alto directivo de una empresa a la que voy a llamar Multinacional A.

Y como pasa siempre cuando te va muy bien en los negocios, un día lo contactaron de la competencia (la Multinacional B) y lo tentaron para que se pasara a sus filas. Le ofrecían el doble de plata y beneficios enormes. Seguramente Javier nos explicó todo esto con más claridad, pero a mí me cuesta retener la jerga de los trabajos en donde pagan bien. 

A Javier le llevó tres o cuatro noches decidirse, pero finalmente un día se levantó de la cama temprano, se vistió, se hizo un chequeo para incorporarse a la nueva empresa y renunció a su trabajo de toda la vida. Sus jefes trataron de convencerlo, le dijeron que estaba loco, todos trataron de hacerlo cambiar de idea, pero Javier estaba decidido. Firmó su renuncia en la Multinacional A y volvió a casa antes del mediodía.

Eso fue un viernes. El lunes por la tarde Javier tenía que firmar el contrato con la Multinacional B, donde lo esperaba una participación en las ganancias, beneficios corporativos y otro montón de palabras que no entiendo. Pero el lunes muy temprano sonó el teléfono. Era el médico de la nueva empresa, con malas noticias. Javier tenía una insuficiencia renal crónica. 


(Hernán Casciari: "El mejor infarto y otros cuentos del corazón" 2020)

4 comentarios:

  1. Casciari, qué coincidencia. Justamente leí dos libros de él (Más respeto... y El pibe que arruinaba...), deseché las Charlas con mi hemisferio, que me pareció improvisado y ahora estoy España, decí Alpiste...
    Está linda la chata, es otro de mis pendientes. Alguna vez quise hacerla de madera, pero teniendo la opción de Salvat, no vale la pena aventurarse en un trabajo manual.

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    1. Casciari tiene un lenguaje muy cotidiano que hace de sus cuentos una lectura muy amena.
      Hay relatos mejores que otros, pero este en particular tiene la ventaja de ser prácticamente real en su totalidad. Eso nos hace ver la importancia del efecto mariposa.

      Salvat ha hecho bajar los brazos de muchos artesanos. Pero a la vez, ha abierto un campo mucho mayor, que antes se limitaba a los autitos.

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  2. Muy curioso, desde la denominación (se me hace extrañísima pero me imagino que eran cosas de la política) hasta el diseño y el colorido de la pieza.

    Por otro lado, me recuerda mucho al Peugeot 403, no recuerdo si éste tuvo versión pickup (creo que sí).

    Saludos!

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    1. Hola Antonio!

      Acá, hasta en los autitos se ha metido la política. Esta pick up era hecha por el Estado...

      Si, la pick up 403, se llamó Peugeot T4B (por lo menos en estas tierras.
      Y por suerte, Salvat se ocupó de hacer dos versiones para nosotros.

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