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martes, 28 de marzo de 2023

Fiat Uno EF (1990)

Es una verdad universalmente aceptada que un hombre soltero que posee una gran fortuna necesita esposa.

Y aunque no se sepa nada sobre los sentimientos o la opinión de éste, cuando llega a un sitio nuevo, las familias del lugar están tan convencidas de esa verdad que consideran a ese hombre propiedad legítima de alguna de sus hijas.

—Querido señor Bennet —dijo un día la señora Bennet—, ¿te has enterado de que por fin han alquilado Netherfield Park?

El señor Bennet respondió que no.

—Pues sí —contestó su esposa—. La señora Long acaba de estar aquí y me lo ha contado.

El señor Bennet no contestó.

—¿No quieres saber quién se ha instalado? —preguntó ella con impaciencia, subiendo el tono.

—Tú quieres contármelo, y yo no tengo inconveniente en oírlo.

La sugerencia bastó como invitación.

—Bueno, querido, pues sí, te lo tengo que contar: la señora Long ha dicho que un joven acaudalado del norte de Inglaterra ha alquilado Netherfield; que llegó el lunes en carroza de cuatro caballos para ver la finca, y que le gustó tanto que enseguida se puso de acuerdo con el señor Morris. Tomará posesión a finales de septiembre, aunque algunos sirvientes llegarán al final de la semana que viene.

—¿Cómo se llama?

–Bingley.

—¿Está casado o soltero?

—¡Oh! ¡Soltero, querido, soltero! Un soltero acaudalado: dispone de cuatro o cinco mil libras al año. ¡Es perfecto para nuestras hijas!

—¿Por qué? ¿Ellas qué tienen que ver?

—Querido señor Bennet —respondió su esposa—, ¿por qué eres tan ingenuo? Sabes de sobra que podría acabar casándose con una de ellas.

—¿Y con ese propósito se ha establecido aquí?

—¿Con ese propósito? ¡Qué tonterías se te ocurren! Aunque sí que podría enamorarse de una de tus hijas. Así que tan pronto llegue irás a hacerle una visita.

—¿Y por qué tengo que ir yo? Id tú y las niñas. O mejor: mándalas solas, porque siendo tan hermosa como ellas, a lo mejor le gustas tú.

—Querido, me halagas... Es verdad que de joven era hermosa, pero ahora no pretendo ser nada extraordinario. Cuando una mujer tiene cinco hijas crecidas ya no puede estar pensando en su propia belleza.

—En tales casos, querida, no suele quedar mucha belleza en la que pensar.

—Sí, bueno, pero tienes que hacer una visita al señor Bingley sin falta cuando llegue al vecindario.

—No te prometo nada.

—Piensa en tus hijas. Imagínate el buen partido que supondría para una de ellas. Sir William y lady Lucas están decididos a pasar a verle sólo por eso; ya sabes que no suelen visitar a los vecinos nuevos. Tienes que ir, porque nosotras no podemos hacerle una visita sin que antes la hayas hecho tú.

—La verdad es que eres demasiado escrupulosa. Estoy seguro de que el señor Bingley estará encantado de recibiros; le llevarás una nota de mi parte para garantizarle que le doy mi consentimiento para casarse con la que quiera (aunque tendré que decir alguna buena palabra para recomendar a mi querida Lizzy).

—Preferiría que no lo hicieras. Lizzy no es mejor que las demás, y no es ni la mitad de guapa que Jane, ni la mitad de graciosa que Lydia. Y aun así es tu preferida.

—Es que ninguna de las otras es tan digna de recomendación

—replicó el marido—. Son todas bobas e ignorantes como las demás chicas. En cambio Lizzy tiene una agudeza que no tienen sus hermanas.

—Señor Bennet, ¿cómo puedes insultar a tus propias hijas? Disfrutas sacándome de quicio. No tienes compasión de mis pobres nervios.

—Te equivocas, querida. Siento un profundo respeto por tus nervios. Me acompañan desde hace mucho tiempo: veinte años hace por lo menos que te oigo hablar de ellos.

—¡Ay! Tú no sabes lo que sufro.

—Aun así, espero que te sobrepongas y vivas lo suficiente para conocer a muchos vecinos nuevos y jóvenes con fortunas de cuatro mil libras al año.

 

(Jane Austen: “Orgullo y prejuicio” 1813)

3 comentarios:

  1. Muy interesate Jane Austen, me sorprende tanto diálogo y tan poco texto.
    Casi como si fuera una obra de teatro (Mutis por el foro, vase, etc).
    Curioso que escribiera así en 1813, un tiempo que nosotros íbamos de asamblea en asamblea, chapaleando barro frente al cabildo.
    En cuanto al Fiat, no soy fan de la marca, pero igual hay que admitir que era un buen intento, y en otro país con más posibilidades, hubiera salido comparable a Abarth.
    Y el modelo está bien, muy bien.
    Ojalá hubieran interpretado al Torino de igual manera.

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    Respuestas
    1. Es cierto lo de los diálogos, pero si nos situamos en la época, se valoraba más las palabras que a las acciones. Un buen diálogo, estaba por sobre cualquier escena de acción. Algo que hoy es todo lo contrario.
      El Torino fue un excelente automóvil, pero no era para hacerlo más picante. Con lo que traía ya era suficiente.

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    2. Decía que me hubiera gustado un Torino interpretado por Salvat con la precisión de este Fiat.
      El Torino real verdadero es indiscutible e intocable, en eso coincido!

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