Menú

martes, 2 de agosto de 2022

Chevrolet C-10 (1965)

El intenso perfume de las rosas embalsamaba el estudio y, cuando la ligera brisa agitaba los árboles del jardín, entraba, por la puerta abierta, un intenso olor a lilas o el aroma más delicado de las flores rosadas de los espinos. 

Lord Henry Wotton, que había consumido ya, según su costumbre, innumerables cigarrillos, vislumbraba, desde el extremo del sofá donde estaba tumbado -tapizado al estilo de las alfombras persas- , el resplandor de las floraciones de un codeso, de dulzura y color de miel, cuyas ramas estremecidas apenas parecían capaces de soportar el peso de una belleza tan deslumbrante como la suya; y, de cuando en cuando, las sombras fantásticas de pájaros en vuelo se deslizaban sobre las largas cortinas de seda india colgadas delante de las inmensas ventanas, produciendo algo así como un efecto japonés, lo que le hacía pensar en los pintores de Tokyo, de rostros tan pálidos como el jade, que, por medio de un arte necesariamente inmóvil, tratan de transmitir la sensación de velocidad y de movimiento.

El zumbido obstinado de las abejas, abriéndose camino entre el alto césped sin segar, o dando vueltas con monótona insistencia en torno a los polvorientos cuernos dorados de las desordenadas madreselvas, parecían hacer más opresiva la quietud, mientras los ruidos confusos de Londres eran como las notas graves de un órgano lejano.

En el centro de la pieza, sobre un caballete recto, descansaba el retrato de cuerpo entero de un joven de extraordinaria belleza; y, delante, a cierta distancia, estaba sentado el artista en persona, el Basil Hallward cuya repentina desaparición, hace algunos años, tanto conmoviera a la sociedad y diera origen a tan extrañas suposiciones.

Al contemplar la figura apuesta y elegante que con tanta habilidad había reflejado gracias a su arte, una sonrisa de satisfacción, que quizá hubiera podido prolongarse, iluminó su rostro. Pero el artista se incorporó bruscamente y, cerrando los ojos, se cubrió los párpados con los dedos, como si tratara de aprisionar en su cerebro algún extraño sueño del que temiese despertar. 

-Es tu mejor obra, Basil -dijo lord Henry con entonación lánguida-, lo mejor que has hecho. No dejes de mandarla el año que viene a la galería Grosvenor. La Academia es demasiado grande y demasiado vulgar. Cada vez que voy allí, o hay tanta gente que no puedo ver los cuadros, lo que es horrible, o hay tantos cuadros que no puedo ver a la gente, lo que todavía es peor. La galería Grosvenor es el sitio indicado. 

-No creo que lo mande a ningún sitio -respondió el artista, echando la cabeza hacia atrás de la curiosa manera que siempre hacía reír a sus amigos de Oxford-. No; no mandaré el retrato a ningún sitio. 

Lord Henry levantó las cejas y lo miró, asombrado, a través de los delgados círculos de humo azul que iban formando espirales fantásticas al salir de su potente cigarrillo con mezcla de opio.

-¿No vas a enviarlo a ningún sitio? ¿Por qué, querido amigo? ¿Tienes alguna razón? ¡Qué individuos tan extraños sois los pintores! Hacéis cualquier cosa por obtener una reputación. Y, en cuanto la lográis, parecéis querer libraros de ella. Es estúpido por vuestra parte, pues solo hay una cosa peor en el mundo que el que hablen de nosotros, y es que no hablen. Un retrato como este te situaría muy por encima de todos los hombres jóvenes de Inglaterra, y despertaría no pocos celos en los viejos, si es que los viejos son capaces de alguna emoción.

-Sé que te burlarás de mí –respondió-. Pero de verdad no puedo exponerlo. He puesto demasiado de mí mismo en él.

Lord Henry extendió sus largas piernas en el diván y soltó una carcajada.

-Sí; sabía que ibas a reírte. Pero es la pura verdad, de cualquier modo.

-¡Demasiado de ti mismo en él! Te aseguro, Basil, que no sabía que eras tan vanidoso. Y verdaderamente soy incapaz de ver parecido alguno entre tu rostro irregular y firme, y tu pelo negro como el carbón, y este joven Adonis que parece hecho de marfil y pétalos de rosa. Porque, mi querido Basil, él es un Narciso y tú… Bueno, por supuesto, tú posees una expresión intelectual y todo eso. Pero la Belleza, la verdadera Belleza, termina donde empieza una expresión intelectual. El intelecto es en sí mismo una exageración, y destruye la armonía de cualquier rostro. En el mismo instante en que uno se sienta a pensar, se vuelve todo nariz, o todo frente, o algo horroroso. Mira a los hombres de éxito en cualquiera de las profesiones doctas. ¡Qué absolutamente horribles son! Con la excepción, por supuesto, de la Iglesia.

Pero es que en la Iglesia no piensan. Un obispo sigue diciendo a los ochenta años lo mismo que le dijeron a él cuando era un muchacho de dieciocho, y en consecuencia su aspecto es siempre absolutamente encantador. Tu misterioso joven amigo, cuyo nombre no me has dicho nunca, pero cuyo retrato me fascina verdaderamente, no piensa jamás. Estoy bastante seguro de eso. Es una criatura hermosa sin cerebro que debería estar aquí todos los inviernos, cuando no tenemos flores que contemplar, y todos los veranos, cuando necesitamos que algo refresque nuestra inteligencia. No te envanezcas, Basil. No te pareces en nada a él. 


(Oscar Wilde: “El retrato de Dorian Gray” 1890)

9 comentarios:

  1. Impresionante Wilde!
    Impresionante tema el de la belleza versus intelecto, años, preocupaciones o maldades, da para diez libros más.
    Y ni hablar de los dichos de Lord Henry, quizás el más terrenal de los personajes. De ese libro, me quedó grabada una frase "Todo hombre puede ser feliz con una mujer, siempre y cuando no se enamore de ella".
    O eso de que con los años uno se vuelve todo nariz (en esta misma selección); un genio!
    Quizás yo sea la excepción: muy poco conocimiento, algunos años y preocupaciones (no lo puedo negar), y muy poca maldad, y sin embargo estoy hecho pelota!
    La Chevrolet está linda, lástima que estos bichos también se arruinan con el tiempo, los apuros y el trabajo, casi como si fueran de carne y hueso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un libro adelantado a su fecha o tal vez hoy, es más evidente que para la sociedad la belleza prima sobre el intelecto...

      Y con respecto a su intelecto, creo que simplemente sufre del efecto inverso del Dunning Kruger. Ud tiene sus habilidades y conocimiento en un nivel más alto de lo que se puede encontrar en la red. ¿Acaso no ha visto en líneas generales, lo pobre que es el coleccionista? Con sus envidias a flor de piel, sus pocas ganas de adquirir conocimiento y con solo un objetivo: sumar visitas a su red.

      Recuerde: es muy difícil que las nuevas generaciones superen a las anteriores. Como la C-10

      Eliminar
    2. Es verdad que he conocido casos de coleccionistas con coeficiente intelectual negativo, pero no se lo diga a nadie!

      Eliminar
    3. En una publicación, ud dijo que esperaba que el tamiz del tiempo, muestre a los nuevos coleccionistas. ¿Los ha encontrado? Digame que por lo menos hemos sumado a uno... Y Dios quiera que sea mucho más avanzado que nuestra generación

      Eliminar
  2. Qué preguntaza (diría la Legrand)!
    He visto muchos coleccionistas nuevos, y algunos que hasta parecen serios.
    Pero:
    + Lamentablemente el FB no es la herramienta para descubrir un coleccionista, ni mucho menos al fenómeno que subyace bajo los autitos.
    + Tampoco hay parámetros de comparación. No voy a compararlos conmigo mismo porque es trampa. Yo llevo tres décadas en esto y cualquier comparación es injusta.
    + De todos modos, puedo asegurar que existen tipos serios (por seguir abusando de la palabra) que llevan sus colecciones en forma cabal, ordenada y sigilosa.
    + El tema del sigilo es un problema, piénselo así: Usted camina por el jardín de su casa, patea una piedra y abajo encuentra una babosa. Quizás esa babosa calcula mentalmente ecuaciones de ocho incognitas o está terminando la refutación de la teoría de Einstein. Pero no lo dice, entonces para el de afuera, sigue siendo una babosa. Con el coleccionismo pasa igual.
    + Para empeorar la cosa, le aseguro que la mayoría de esos tipos "serios" son un plomo; al menos a mi me aburre alquien que sólo habla de autitos (y/o autos). Nada más insoportable una discusión sobre la presión de inflado de las ruedas del Renault 6 TS versus el TL y lo bien o mal que Minichamps o Schuco representaban dichas ruedas!
    + Los autitos son un pasatiempo, una forma de masturbación sofisticada y menos pegajosa, pero nada más que eso.
    + Ser coleccionista es acumular autitos. Más lindos, más feos, grandes o chiquitos, en estantería o en cajita. Pero es apenas un pasatiempo, un escpe. Si a eso usted le suma la capacidad de pensar, escribir o comunicar, ya lo transforma en trabajo o compromiso. Le aseguro que no va a encontra muchos postulantes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. *Facebook es solo una herramienta para atraer gente al blog o a Instagram. Totalmente de acuerdo en ese punto.
      *No es cuestión de comparación con uno mismo. Hace unos años, uno se entusiasmaba cuando conocía un colega del hobbie. Hoy sucede que cuando uno conecta con un entusiasta del diecast, solo se imagina que es otro comprador serial de kiosco. Me llama más la atención, una persona que tiene 10 Bburagos a uno que tiene la colección completa de Inolvidables
      *Gente con TOC (Me encantan!!!!)
      *Hay mucha gente que prefiere el anonimato (Habla muy bien de esa persona). Creo que ese es un coleccionista con el que se puede compartir un café.
      *100% de acuerdo. No me banco al que no tiene otro tema de conversación que no sean los autitos. "Fijate que el Minichamps tiene el espejito más ovalado". Imbancables.
      *Son un pasatiempo. El resto va por su cuenta....
      *Para mí, el coleccionismo es más que coleccionar autitos. Es investigar, buscar, compartir. Tomarse el trabajo de sacar una foto para las redes. Creo que estas acciones complementan a la acumulación de piezas y lo hace más interesante.
      Imaginemos coleccionar un álbum de figuritas. Uno puede ir comprando sobres y después va intercambiando con otros coleccionistas. Aprende que una más valiosa, la puede cambiar por varias. Puede jugarlas y ganar o perder. Puede aprender con solo prestar atención a la figurita. Y hasta puede descubrir que en tal lugar se juntan los fanáticos como él.
      Otro en cambio, puede comprar por internet el álbum completo...
      Me quedo con la primera opción.

      No pierdo la fe. Seguro que en algún lugar está la nueva ola.

      Eliminar
    2. Coincido con el último punto, aunque es conflictivo. Lamentablemente un signo de estos tiempos es que la gente no lee, no se interesa, no aprende y siempre es más fácil comprar la colección hecha que hacerse coleccionista. Así nos va.

      Eliminar
    3. Posdata: Me arriesgo a predecir que un retorno al viejo coleccionismo tendría que ser causado por algún suceso o cataclismo, por ejemplo una época de gran malaria, en la cual muchos coleccionistas o muchos compradores de autitos, deban dejar de comprar autitos y se tengan que conformar leyendo, o aprendiendo, o eligiendo el único autito que van a comprar ese año.
      Yo pasé por todo eso y me dio buen resultado, de hecho soy el resultado de la malaria en primera persona.
      Quizás también funcione en los demás.

      Eliminar
    4. Hoy nadie busca información y luego recorre las ferias para conseguir una pieza. Hoy se busca por internet, se hace click y se espera que llegue a domicilio...

      Seamos realistas el coleccionismo de los 90 ha desaparecido. Hoy es otro (no es mejor ni peor), con sus pro y sus contras. Nosotros fuimos creados con otras herramientas y nos cuesta lo actual y añoramos lo que ya ha desaparecido.

      Si hoy hay un cataclismo en el hobbie, directamente desaparecería. Los nuevos coleccionistas no sabrían como actuar.

      Los tiempos han cambiado.

      Eliminar