(Julio Cortázar:
“Rayuela” 1963)
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martes, 29 de noviembre de 2022
Ferrari 212 Inter (1952)
martes, 22 de noviembre de 2022
Kamaz 4326 (2015)
Frost: ¿Tiene la impresión de haber obstruido la justicia o de haber conspirado para encubrir un delito u obstruir la justicia?
Nixon: No. Creo que está demostrado todo lo
contrario, que lejos de obstruir a la justicia, colaboré activamente en su
actuación. Cuando Pat Grey del FBI me telefoneó el 6 de julio, le dije: “Pat,
llegue hasta donde sea con su investigación”. Eso no es lo que llamaría
obstrucción de la justicia.
Frost: Bien. Es muy posible. Pero dos semanas y media antes del 6 de julio, usted intentaba desesperadamente obstaculizar e impedir la investigación.
Nixon: ¡Bah!... No hay ninguna prueba de ninguna
clase de que yo...
Frost: Pero si no existe prueba alguna es porque 18 minutos de su conversación con Bob Haldeman de aquel mes de junio quedaron misteriosamente borrados.
Nixon: Aquello fue un descuido desafortunado. Y Bob
Haldeman (jefe de Gabinete de Nixon) era un hombre muy riguroso y concienzudo
tomando notas. Sus notas están ahí, para quien quiera revisarlas.
Frost: Verá, hemos encontrado algo mucho mejor que esas notas, una conversación con Charles Colson, que según creo no se ha publicado.
Nixon: No... ¿No, no se ha publicado, dice usted?
Frost: No, pero uno de mis investigadores la encontró
en Washington, donde está disponible para cualquiera que consulte los archivos.
Nixon: Ah, bueno, solo quería saber si nosotros la habíamos visto.
Frost: Más que verla señor presidente. Usted pronunció esas palabras. A ver, usted siempre ha sostenido que se enteró de la intrusión el 23 de junio (6 días después del asalto])
Nixon: Sí.
Frost: Pero esta transcripción de una grabación de
tres días antes nos dice con claridad que eso es falso. En ella usted le dice a
Colson: “Toda esta investigación se desvanecerá, a no ser que alguno de los
siete (los cinco asaltantes miembros de la CIA más los dos miembros del Comité
de Reelección de Nixon que los contrataron) empiece a hablar. Ese es el
problema”.
Nixon: Bueno... ¿A qué nos referimos cuando decimos que alguno de los siete empiece a hablar? [...] Voy a tener que pedirle que se detenga, cita palabras mías fuera de contexto y sin ningún orden, y además añadiré que he participado en estas 4 entrevistas sin una sola nota delante
Frost: Porque es su vida señor presidente. Dígame,
¿de verdad espera usted que creamos que no tenía conocimiento de eso?
Nixon: Oiga, ya he declarado todo lo que sabía al
respecto. Aquello lo llevaban Haldeman (jefe de Personal) y Ehrlichman (asesor
personal de Nixon), yo no sabía nada. De acuerdo, bien. Usted tiene su opinión
y yo he dado mi punto de vista. Ahora sigamos, sigamos...
Frost: Un momento, si Haldeman y Ehrlichman eran realmente los responsables, cuando más tarde lo descubrió, ¿por qué no aviso a la policía y exigió que los arrestaran? ¿No es eso una forma de encubrimiento?
Nixon: Tal vez debería haberlo hecho, quizás sí.
Quizá debía llamar a los federales a mi despacho y decirles, ¡eh! ahí están
estos hombres, llevadlos ante el juez, tomadles las huellas y metedlos entre
rejas. No es mi forma de actuar. Esos hombres... Conocía a sus familias, los
conocía desde que eran unos niños, pero políticamente la presión que tenía yo
para que los entregara se hizo insoportable, así que lo hice, en primer lugar,
corté un brazo, y después corté el otro..., y no soy un buen carnicero. Yo
siempre he mantenido que lo que ellos hacían, lo que hacíamos todos, no era un
delito. Oiga, cuando se es presidente, en ocasiones uno tiene que hacer muchas
cosas que no siempre son en el sentido estricto de la palabra, legales, pero
uno las hace porque redundan en el interés general de la nación.
Frost: Espere, solo para ver si le he entendido bien. ¿Está usted diciendo que en ciertas situaciones el presidente puede decidir que algo conviene a la nación y entonces hacer algo ilegal?
Nixon: Lo que digo es que, si el presidente lo hace,
es porque no es ilegal.
Frost: Eh... ¿Perdone?
Nixon: Eso es lo que creo. Pero soy consciente de que
nadie más comparte esa opinión.
Frost: Bien. En ese caso, ¿va usted a aceptar, para
que quede claro de una vez por todas, que formó parte de un encubrimiento y que
sí que infringió la ley?
Nixon: (Silencio. Suspiro largo.) Aah.
Asesor de Frost: Ya le tenemos.
(David Frost:
“Entrevista a Nixon” 1977)
martes, 15 de noviembre de 2022
Fiat 2300 S Cabriolet (1962)
-¿No le parece
mucho comenzar pidiéndonos semejante cosa? -dijo Filby, un pelirrojo muy
discutidor.
-No voy a
exigirles que acepten nada sin dar fundamentos razonables para ello. Pronto
habrán de admitir todo cuanto necesito. Desde ya, como bien saben, la línea
matemática, es decir una línea recta de ancho nulo, carece de existencia real.
¿Les han enseñado eso? Lo mismo ocurre con el plano matemático. Esas cosas son
meras abstracciones.
-Es muy cierto -dijo el psicólogo.
-Tampoco el cubo,
entendido como algo que solo tiene alto, largo y ancho, posee existencia real.
-En eso no estoy
de acuerdo -dijo Filby-. Los cuerpos sólidos tienen existencia. Todas las cosas reales…
-Sí, eso es lo
que cree la mayoría de la gente. Pero aguarde. ¿Tiene existencia real un cubo
instantáneo?
-No entiendo dijo Filby.
-¿Posee
existencia real un cubo sin ningún tipo de duración en el tiempo?
Filby se quedó
pensativo.
-Es claro -siguió el Viajero del Tiempo- que cualquier cuerpo real debe
extenderse en cuatro direcciones: debe tener Alto, Largo, Ancho y… Duración.
Pero debido a una debilidad natural de la carne, que les explicaré en breve,
tendemos a pasar por alto este detalle. En verdad existen cuatro dimensiones:
las tres a las que llamamos los tres planos del Espacio y una cuarta: el
Tiempo. Hay, sin embargo, cierta tendencia a establecer una distinción irreal
entre las tres primeras y la cuarta, debido a que nuestra consciencia se mueve
intermitentemente en un solo sentido a lo largo de esta última desde el principio
hasta el final de nuestras vidas.
-Ahora bien, es
muy llamativo que casi siempre se lo pase por alto- continuó el Viajero del
Tiempo, con un ligero ascenso de alegría-. Esto es lo que significa, en
realidad, la Cuarta Dimensión, aunque algunas personas que hablan de ella no lo
sepan. No es más que otra forma de concebir el tiempo. No hay ninguna
diferencia entre el Tiempo y cualquiera de las tres dimensiones del Espacio,
salvo que nuestra consciencia discurre con él. Pero algunas personas que
carecen de sutileza entienden esto en un sentido totalmente errado. ¿Han oído
lo que dicen estas personas acerca de la Cuarta Dimensión?
-Yo no -dijo el Gobernador.
-Es muy simple.
Según nuestros matemáticos, el Espacio posee tres dimensiones, a las que
podemos llamar Alto, Largo y Ancho, cada una de las cuales se define en
referencia a tres planos distintos, situados en ángulo recto unos respecto de
los otros. Pero algunas mentes filosóficas se preguntan por qué tres
dimensiones en particular, por qué no una cuarta en ángulo recto respecto de
las tres comúnmente establecidas, y hasta han intentado elaborar una geometría
tetradimensional. Hace tan solo un mes, el profesor Simon Newcomb habló de esto
ante la Sociedad Matemática de Nueva York. Como todos saben, sobre cualquier
superficie plana, que tiene solo dos dimensiones, es posible representar la
figura de un sólido tridimensional; pues bien, siguiendo el mismo razonamiento,
estos filósofos creen que si consiguieran dominar la perspectiva necesaria
podrían representar cuerpos de cuatro dimensiones a partir de modelos
tridimensionales, ¿entienden?
-Bueno, debo
decirles que llevo bastante tiempo trabajando en esta geometría de Cuatro
Dimensiones. Algunos de mis resultados son bastante curiosos. Aquí pueden ver,
por ejemplo, el retrato de un hombre a los ocho años de edad, otro a los
quince, otro a los diecisiete, otro a los treinta y tres, y así sucesivamente.
Se trata evidentemente de lo que podríamos llamar cortes seccionales,
representaciones Tridimensionales de un ser de Cuatro Dimensiones, que es una
cosa fija e inalterable.
(Herbert G. Wells: "La máquina del tiempo" 1895)
martes, 8 de noviembre de 2022
Ford Fairlane (1989)
Escribir, por ejemplo: «La noche
está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo
lejos.»
El viento de la noche gira en el
cielo y canta.
Puedo escribir los versos más
tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo
infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la
quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos
fijos.
Puedo escribir los versos más
tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto
el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera
guardarla.
La noche está estrellada y ella no
está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien
canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta
con haberla perdido.Como para acercarla mi mirada la
busca.
Mi corazón la busca, y ella no está
conmigo.
La misma noche que hace blanquear
los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no
somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto,
pero cuánto la quise.Mi voz buscaba el viento para tocar
su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de
mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos
infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo
el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve
entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla
perdido.
Aunque éste sea el último dolor que
ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
(Pablo Neruda: "Poema XX" 1924)
martes, 1 de noviembre de 2022
Blitzen Benz (1911)
Despierto lleno de pensamientos sobre tí. Tu
cara y la mala tarde que pasamos ayer me han dejado nervioso. ¡Dulce,
incomparable Josephine, qué efecto extraño tienes en mi corazón! ¿Estás
enfadada? Veo tu mirada triste. Estás preocupada?... Me duele el alma de pena,
y no puede haber descanso para tí, querida; pero ¿aún hay más guardado para mí
cuando, rendido a los sentimientos tan profundos que me abruman, dibujo desde
tus labios, desde tu corazón, un amor que me consume con fuego? ¡Ah! ¡Fue ayer
por la noche que comprendí completamente cuán falsa es la imagen de ti que da
tu cara! Estás partiendo al mediodía; Te veré en tres horas. Hasta entonces,
mio dolce amor, mil besos; pero no me correspondas ninguno, porque encienden mi
sangre.
(1795)
No he pasado un día sin amarte, no he pasado una noche sin abrazarte, no he bebido ni una taza de té sin maldecir el orgullo y la ambición que me fuerzan a permanecer lejos del espíritu que mueve mi vida. En medio de mis deberes, ya esté a la cabeza de mi ejército o inspeccionando el campamento, mi querida Josefina se encuentra en solitario en mi corazón, ocupa mi mente, llena mis pensamientos. Si me alejo de ti con la velocidad del torrente del Ródano, sólo es para volver a verte con mayor rapidez. Si me levanto a trabajar en medio de la noche, es porque con ello será posible adelantar en cuestión de días la llegada de mi dulce amor. Sin embargo, en tus cartas del 13 y 16 de marzo, me tratas de vos. ¡Vos también tú!
¡Ah! Desdichada, ¿cómo has podido escribir esa carta? ¡Cómo ha sido posible! Y también están esos cuatro días entre el 23 y el 26. ¿Qué has estado haciendo para que no pudieras escribir a tu marido...? Ah, mi amor, ese vous, esos cuatro días son demasiado por mi anterior indiferencia. ¡Maldita sea la persona responsable! ¡Que como castigo y multa experimente lo que mi convicción y la evidencia (que está a favor de tu amigo) harán que experimente yo! ¡El infierno no tiene tormentos lo suficientemente grandes! ¡Ni las furias tienen suficientes serpientes! Vous! Vous! ¡Ah! ¿Cómo estarán las cosas dentro de dos semanas...? Mi espíritu está triste; mi corazón, encadenado, y estoy aterrorizado por mis fantasías... Me quieres menos, pero superarás la pérdida. Llegará un día que ya no me amarás. Al menos, dímelo, entonces sabré cómo he llegado a merecer semejante infortunio...Adiós, esposa mía, el tormento, la alegría, la esperanza y el espíritu impulsor de mi vida, a la que quiero, a la que temo, la que me llena de tiernos sentimientos que me acercan a la naturaleza, y con violentos impulsos, tan tumultuosos como el trueno. No te pido ni amor eterno, ni fidelidad, sino sencillamente... la verdad, honestidad ilimitada. El día en que me digas “Te quiero menos”, marcará el final de mi amor y el último día de mi vida. Si mi corazón fuera base suficiente para amar sin ser amado a cambio, lo rompería a trozos. ¡Josefina! ¡Josefina! Recuerda lo que te he dicho algunas veces: la naturaleza me ha dotado con un carácter viril y decidido. El tuyo lo ha construido de encaje y delicadeza. ¿Has dejado de amarme? Perdóname, amor de mi vida, mi alma se encuentra desgarrada por fuerzas en conflicto. Mi corazón, obsesionado contigo, está lleno de temores que me postran en la miseria... Estoy afligido de no poder llamarte por tu nombre. Esperaré a que tú lo escribas.
¡Adiós! ¡Ah! Si me amas menos es que nunca me has amado. En ese caso, soy verdaderamente digno de lástima.
P. D.: La guerra ha cambiado tanto este año que
resulta irreconocible. He podido distribuir carne, pan y forraje; mi caballería
armada estará pronto en camino. Mis soldados están demostrando una confianza
indescriptible en mí; sólo tú eres una fuente de disgusto para mí; sólo tú eres
la alegría y el tormento de mi vida. Envío un beso a tus hijos, a los que no
mencionas. ¡Por Dios! Si lo hicieras, tus cartas volverían a ser otra vez la
mitad de largas. Entonces los visitantes a las diez de la mañana no tendrían el
placer de verte. ¡¡¡Mujer!!!
(1796)
Gran Emperatriz, ni una carta de tu parte desde
que saliste de Estrasburgo- Has pasado por Baden, por Stuttgart, por Munich,
sin escribirnos ni una palabra.
¡Esto no es muy admirable ni demasiado tierno!
Yo sigo aún en Brunn. Los rusos se han ido; tengo una tregua. En unos días
decidiré lo que debo hacer.
Dígnese desde lo más alto de vuestra grandeza a
ocuparos un poco de vuestros esclavos.
(1805)
Mi amor, he recibido tu carta del 19 de abril,
de muy mal estilo y gusto, por cierto. Yo sigo siendo el mismo. Personas como
yo no cambian nunca. No sé lo que Eugéne te ha dicho. No te he escrito porque tú
no has escrito, y sólo deseo lo que resulte agradable para ti.
Supe, con gran placer que irás a Malmaison y
que estás contenta. Me hará muy feliz recibir noticias tuyas así como darte
noticias mías. No digo más nada hasta que compares esta carta con la tuya. Te
dejo a ti juzgar quién es mejor o más grande amigo, si tú o yo.
Adiós mi amor, que estés bien y se solamente
para ti y para mí.
(1810)
(Napoleón Bonaparte: “Cartas a Josefina de Beauharnais”)