
Hoy vamos a ver un taxi. Ese invento que ha movilizado ciudadanos en
todo el mundo y que en nuestro país nos ocupamos de adecuarlo a la economía y
lo transformamos en el colectivo. La duda que tengo no es sobre el taxi en sí,
si no sobre su chofer. Ese noble trabajador que nos lleva a todas partes,
siempre con una sonrisa ya sea por la ciudad, el campo, con un noble sedán
último modelo o con un Renault Goélette de 1975. ¿O no es tan así?
El taxista es una raza muy especial de los que habitan las calles de la
ciudad, por lo menos la de Buenos Aires. No vamos a generalizar, pero creo que
cada uno puede agregar o sacarle alguna característica. El primer punto es lo
que nosotros denominamos “chanta”. Es un sabelotodo de las calles. El conoce el
negocio como ninguno, sabe quién es el bueno, el malo y el feo. Pero
obviamente, él es solo una víctima de los demás, nunca una autocrítica.

Si hay un accidente, jamás veremos a un taxista admitir que fue suya la
responsabilidad. No importa si iba a
10 km/h interrumpiendo el tránsito o que dobló
bruscamente sin avisar, que no lleve las luces o que directamente paró a mitad
de cuadra a comprar caramelos. Nunca pero nunca un taxista va a provocar un
choque. Eso es responsabilidad de los particulares, colectivos, motos o peatones.

Por lo general, esta raza de automovilistas, se jacta del “levante” que
tiene con las mujeres. “
No sabés!!!,
llevé a una modelo y como no tenía plata para pagarme, me invitó al
departamento…” Estas anécdotas pueden sufrir malformaciones con el tiempo
para llegar a ser verdaderas fiestas sexuales, donde el noble chofer se terminó
acostando con toda la troupe de un teatro de la calle Corrientes, aunque el
origen de la historia sea en los bosques de Palermo, con una señorita de voz
muy gruesa…
También es un hábil comerciante. Siempre tienen la suerte de dar con un
viaje de 300 km
y llenarse de plata. “Yo en 4 horas, ganó
la misma plata que ganas vos en 12…” Y la verdad es que es para
felicitarlos, porque no sé como lo hacen, cuando uno los ve durmiendo bajo un
árbol… Por suerte, eso no es una regla, y hay muchísimos taxistas que hacen la
calle por varias horas, pero siempre aparece el que dice “Vos no sabes trabajar, yo hago el doble que vos”.

Y esos mismos que ganan fortunas, son de lo más ahorrativos. Están todo
el día con un vaso de agua gratis, un cigarrillo pedido y cargan solo la mitad
del tanque de gas. Eso es muy raro, porque si hacen tanto dinero y no lo
derrochan, tendrían un excelente nivel de vida. Sin embargo, uno los ve con los
coches sucios, desarreglados y ni le preguntemos si tienen la patente al día.
Por suerte, cuando uno se encuentra con un taxista que le dice la verdad, nada
de esta simulación sucede. Claramente, le admite que no hizo un peso, y que por
eso, solo almorzó una porción de pizza en lo de Mingo. Ese es el verdadero
taxista.
Más allá de estas características, la mayoría de los taxistas son de
esas personas que en más de una ocasión nos han salvado. Ya sea llevándonos de
una punta a la otra, o simplemente dándonos una mano si la necesitamos. Habría
que ver qué sucede con ellos en otras partes del mundo, cuáles son sus
características, con virtudes y defectos.

Con respecto a este Renault, se fabricó desde el final de
la Segunda Guerra
Mundial en 1947 hasta 1965. En su historia se lo conoció con distintos nombres
como Goélette, Voltiguer o
1000
Kg, debido a su capacidad de carga. Tuvo motorizaciones
que fueron desde los
2
litros hasta los 2.4 en las versiones nafteras y desde
1.8 hasta los 2.7 en los motores diesel. La tracción era trasera, aunque a
pedido del ejército se desarrollo una versión con tracción en las cuatro
ruedas.

Como se pueden imaginar, este vehículo fue multipropósito. Su origen se
debe al pedido del gobierno francés de desarrollar un vehículo mediano de carga,
para ayudar con la reconstrucción del país. Por eso Citroën tenía su Type H y
era su principal competidor. Estos utilitarios se los puede ver tanto para el
trabajo civil como militar u oficial, ya que fue utilizado por el correo
postal.

Cuando su sucesor el Super Goélette SG2 vio la luz, este modelo fue
discontinuado y muchos de ellos fueron a África, a las colonias francesas. De
ahí surge esta versión como taxi de la ciudad de Dakar, aunque su función era
más como la de un colectivo o bus, ya que servía para ir de una ciudad a otra,
con varios pasajeros en su interior. De ahí la leyenda en su lateral “
Transport en commun” .
La réplica de las fotos, corresponde al número 12 de la colección
“Taxis del Mundo”, editorial Altaya.
El video es para que vean como son estos
lindos modelos.
Será hasta la próxima entrada en una nueva
edición de Diecast Central. Y recuerden, no es lo mismo un taxista que un taxiboy…