martes, 11 de julio de 2023

Maserati 420/M/58 (1958)

Al finalizar la Segunda Guerra, la mayoría de los países europeos recibieron una ayuda económica que facilitó la aceleración del resurgimiento del continente. Esa ayuda posibilitaba que gente con iniciativa, tenga la oportunidad de poseer su propio negocio. Así fue como Gino Zanetti en 1952 fundó en la ciudad de Milán, la fábrica de helados empaquetados “Eldorado”. Una empresa que de alguna manera todos conocemos.

Gino era un visionario que tenía un gran competidor. La empresa Algida fue fundada en Roma en 1946 por Italo Barbiani, antiguo trabajador de la Gelateria Fassi, y el empresario Alfred Wiesner. Este último era un ingeniero austríaco, internado como judío en el campo de concentración de Ferramonti di Tarsia y luego en la prisión de Fossombrone. Logró escapar en octubre de 1943, y pasó a participar en la Resistencia y colaboró con las tropas aliadas y con la Cruz Roja. Al final del armisticio, los aliados le entregaron dos máquinas para producir helados. Tanto Eldorado como Algida, tenían como destinatarios al público juvenil y trataban de posicionarse en cada ciudad. Gino tenía la idea de que una pieza importante de la empresa era la publicidad de sus productos. Y mejor si se hacía a lo grande.

En 1954, en el Circuito de Monza se llevó a cabo una restauración total de la pista. La reconstrucción se terminó a tiempo en agosto de 1955, para el Gran Premio de Italia de Fórmula 1, el cual combinaba el nuevo óvalo con el circuito permanente completando casi 10 km de distancia. Al año siguiente, Giuseppe Bacciagaluppi, presidente del Automóvil Club de Milán y dueño del autódromo, invitó a Duane Carter, director deportivo del USAC, para asistir a la segunda carrera del Gran Premio de Italia en el nuevo circuito. El dúo discutió las similitudes entre el nuevo óvalo de Monza y el de Indianápolis Motor Speedway, el cual también celebraba una fecha del mundial de Fórmula 1, las 500 Millas de Indianápolis. A pesar de que dicha carrera formaba parte del campeonato mundial, solo unos pocos europeos participaban. Bacciagaluppi y Carter creyeron que una carrera de óvalos en Europa en lugar de los Estados Unidos atraería a las escuderías de Fórmula 1; y el USAC y el Automóvil Club de Italia empezaron a trabajar para hacer posible el evento.

La primera edición se llevó a cabo en 1957, donde se anotaron 16 automóviles. Una decena eran de Indianápolis y 5 autos eran europeos, de los cuales dos eran de la F1 y los otros 3 eran Jaguar Type D de Lemans. Es decir, en una misma carrera hubo autos de Indy, F1 y WEC, algo impensado en la actualidad. Luego de la suma de tiempos de las tres series, Jimmy Bryan fue declarado ganador en frente de una multitud de 20,000 personas. Por su victoria, ganó US$35,000. Y además firmó el récord de la carrera más rápida de la historia hasta el momento. También hubo récord para Tony Bettenhausen, marcando la vuelta más rápida en un circuito cerrado. Los coches del USAC habían dominado, aunque tal y como se esperaba los Jaguar de resistencia habían sido especialmente fiables a diferencia de otros rivales.

La segunda edición de 1958 marcó un cambio histórico en el automovilismo y en lo social. La carrera atrajo a más equipos europeos por lo jugoso del premio y también a Gino Zanetti que vio con grandes ojos a la cantidad de gente que se agolpaba al borde del circuito para ver a los bólidos de acero. Planeó poner el nombre de su empresa en un automóvil y concurrió a Maserati para cerrar trato, pero se encontró que la marca del Tridente por problemas económicos, había decidido dejar las carreras luego del quinto título de Fangio, conseguido el año anterior. Para convencerlos, ofreció más dinero a cambio de una mayor publicidad. 

Hasta ese momento, se habían registrado tímidas publicidades que consistían en el nombre de la empresa sobre el auto, como por ejemplo “Quilmes” en el auto de Gálvez cuando ganó en los bosques de Palermo o “Suixtil” en el auto de Fangio. Pero esta vez todo fue más radical. El Maserati 420/M/58, fue decorado integralmente en tono blanco con detalles en rojo. Dos logos negros con la palabra “Eldorado” en grandes dimensiones estaban situados a ambos lados del habitáculo, mientras que otros dos más pequeños estaban colocados en la parte delantera, bajo el pequeño deflector que servía como parabrisas. El logo con la cara del cowboy sonriente estaba colocado en el centro de la trompa y a los lados de la aleta trasera. Bajo las dos marcas laterales Eldorado figuraba en rojo la palabra Italia para remarcar tanto la nacionalidad del patrocinador como el del constructor del coche de carreras. Sobre la larga silueta de “Eldorado”, encontraba también espacio el nombre del piloto: Stirling Moss.

En pocos meses el ingeniero Giulio Alfieri dio vida al “Eldorado”. El motor, derivado del ocho cilindros tenía una cilindrada reducida a 4.190 cc capaz de dar una potencia de 410 CV a 8.000 revoluciones; este propulsor estaba desplazado en nueve centímetros a la izquierda del eje longitudinal, así como la transmisión. Esto se había hecho así para garantizar una distribución de pesos adecuada, teniendo en cuenta el sentido de la marcha anti horaria en las curvas sobre elevadas de Monza. La caja de cambios tenía sólo dos marchas, mientras que el puente posterior era de tipo De Dion. El bastidor tubular derivaba del tantas veces victorioso 250F. Para reducir pesos se introdujeron discos de frenos en magnesio Halibrand y neumáticos Firestone de 18 pulgadas con bandas de rodadura trenzadas e inflados con gas helio. Con estas adaptaciones, el vehículo llegaba a los 758 kg. La carrocería de aluminio, hecha a mano por Fantuzzi, se caracterizaba por una aleta aerodinámica vertical detrás del habitáculo y una toma de aire frontal para los carburadores.

En la primera serie, Moss llegó 4°. En la segunda, fue 5°. En la última en cambio, cuando luchaba por la cuarta posición, tras un pinchazo pierde el control de su monoplaza a 250 km/h, chocando con violencia contra el guardarraíl en la curva sur. Hay una pequeña bola de fuego luego del impacto y el automóvil despega y choca contra la parte más interna de la pista. Moss, a pesar del aparatoso accidente, sale ileso, pero sin esperanzas de finalizar la carrera en el tercer puesto absoluto. En base a los resultados de las tres mangas y el número total de vueltas realizadas, el piloto inglés finalizó en séptima posición. Teniendo en cuenta el choque y el fuego que soportó el vehículo, se puede decir que “Eldorado” tampoco sufrió grandes daños, demostrando una gran solidez estructural. 

A pesar del éxito en términos de público y espectáculo, las 500 Millas de Monza no continuaron en los siguientes años. Gino Zanetti quería seguir con su estrategia y pensó en las 500 millas de Indianápolis de 1959. La Maseratti fue modificada por el carrocero Gentilini quien quitó la aleta trasera y redujo la toma de aire. En esta ocasión fue repintada en rojo, color de Italia en las competiciones, pero manteniendo el patrocinador Eldorado por medio de dos textos escritos en blanco en los laterales, además del logo del cowboy en un marco blanco en el morro y la cola. La poca experiencia del gentleman-driver Ralph Liguori no permitió su clasificación, al establecer el 36° tiempo sobre los primeros 33 del límite de la parrilla de salida.

Terminada la aventura automovilística, la fábrica Eldorado siguió durante años con sus helados para niños y jóvenes, hasta que pasó a manos de su competidora Algida quien mantuvo la empresa y sus productos como el Cucciolone, el Calippo, el Camillino y el legendario Piedone, pero cambió al cowboy por “Eldoleo”, un león que contaba hasta con su propia historieta. En la década de los 90, toda la empresa italiana pasó a manos de la mutinacional Unilever inundando todos los rincones del planeta; en Sudamérica con el nombre de Kibon. Años después desapareció “Eldoleo” y los productos abandonaron su estética juvenil, ya que la política de la empresa no quería estar ligada con la obesidad infantil.

Volviendo a la Maserati que nos acompaña, luego de su aventura en país americano, fue enviada de regreso a Módena. Ahí fue despojada de las partes utilizables y sus huesos desnudos se dejaron oxidar en la morgue de la compañía, en la fábrica de Viale Ciro Menotti. Cuando la marca del tridente pasa a manos de la francesa Citroën nadie presta atención en esa masa de fierros oxidados y siguió en su letargo. Años después, el grupo PSA adquiere la marca francesa, la cual debe desprenderse de Maserati como condición para la fusión. Citroën anuncia la venta del Tridente, pero sin encontrar algún interesado para la marca que parecía tener los días contados. Entonces aparece el argentino Alejandro De Tomaso junto al estado italiano y hacen una oferta, que los franceses no pueden rechazar. La marca italiana es salvada y Don Alejandro aprueba la restauración de los modelos que encuentra en la planta.

Maserati tiene un repunte en su imagen y cuando FIAT lleva a cabo su plan de expansión en la década de los 90, adquiere a la empresa nacida en Bolonia. Cuando se hace este cambio de mandos, De Tomaso decide deshacerse de los 19 vehículos que componían su museo histórico. Para ello ordena su envío a Londres, donde la casa de subastas Brooks es la encargada de venderlos. En cuanto las autoridades locales tienen noticia de la situación se disparan las alarmas, las fuerzas vivas de la ciudad de Módena ven la posible pérdida de un importante patrimonio histórico. La movilización es inmediata, el alcalde de la ciudad, el ministro de cultura y multitud de asociaciones locales se ponen a trabajar en el asunto. Finalmente contactan a una tradicional familia de la región para que se haga cargo de la situación.

Es la familia Panini, que se hace cargo de la compra del lote completo y consiguen rescatarlo pocos días antes de la fecha definida para la subasta. De esta manera se crea el museo “Umberto Panini”, que posee verdaderas joyas de la historia automovilística. Entre ellos se encuentran el Maserati 250 F pilotada por Fangio y la legendaria 420/M/58 «Eldorado» que Stirling Moss condujo en las 500 Millas de Monza en 1958.

El nombre de Panini puede sonarnos ya que es la fundadora y propietaria de Panini Group la marca que hoy es un imperio mundial de figuritas, estampitas, pegatinas, álbumes, comics y los libros de cromos. Con delegaciones en EEUU y el Reino Unido, han estado desde 1961, año de su creación en Módena, Italia, distribuyendo figuritas con las imágenes de los futbolistas del Calcio Italiano, dando posteriormente el salto a las ligas americanas de baloncesto, y béisbol, entrando en el mundo deportivo mundial (¿Para cuando las figuritas del automovilismo?).


La pieza es de Grani & Partners.


2 comentarios:

  1. Muy interesante, la verdad es que no conocía la historia.
    Y bien por el final feliz, con el auto restaurado.
    Pero lo que más me sorprendió, fue el Cowboy como isotipo de una empresa italiana.
    El modelo es una belleza.

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    Respuestas
    1. Bien por el auto asimétrico que hoy se conserva en perfecto estado. Tendremos que ir a verlo a la casa de Panini y de paso pedirle algunas figuritas....
      Tal vez en esos años, el típico cowboy estadounidense era una especie de héroe para los niños. El arquetipo del sueño americano para un país aún en ruinas.

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Un clásico devorando litros....

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