Nat Hocken, debido a
una incapacidad contraída durante la guerra, disfrutaba una pensión y no
trabajaba todos los días en la granja. Trabajaba tres días a la semana y le
encomendaban las tareas más sencillas: poner vallas, embardar, reparar las
edificaciones de la granja…
Aunque casado, y con hijos, tenía tendencia a la soledad; prefería trabajar solo. Le agradaba que le encargasen construir un dique o reparar un portillo en el extremo más lejano de la península, donde el mar rodeaba por ambos lados a la tierra de labranza. Entonces, al mediodía, hacía una pausa para comer el pastel de carne que su mujer había cocido para él, y sentándose en el borde de la escollera, contemplaba a los pájaros. El otoño era época para esto, mejor que la primavera. En primavera, los pájaros volaban tierra adentro resueltos, decididos; sabían cuál era su destino; el ritmo y el ritual de su vida no admitían dilaciones. En otoño, los que no habían emigrado allende el mar, sino que se habían quedado a pasar el invierno, se veían animados por los mismos impulsos, pero, como la emigración les estaba negada, seguían su propia norma de conducta. Llegaban en grandes bandadas a la península, inquietos; ora describiendo círculos en el firmamento, ora posándose, para alimentarse, en la tierra recién removida, pero incluso cuando se alimentaban, era como si lo hiciesen sin hambre, sin deseo. El desasosiego les empujaba de nuevo a los cielos.
Blancos y negros, gaviotas y chovas, mezcladas en extraña camaradería, buscando alguna especie de liberación, nunca satisfechas, nunca inmóviles. Bandadas de estorninos, susurrantes como piezas de seda, volaban hacia los frescos pastos, impulsados por idéntica necesidad de movimiento, y los pájaros más pequeños, los pinzones y las alondras, se dispersaban sobre los árboles y los setos.
Nat los miraba, y observaba también a las aves marinas. Abajo, en la ensenada, esperaban la marea. Tenían más paciencia. Pescadoras de ostras, zancudas y zarapitos aguardaban al borde del agua; cuando el lento mar lamía la orilla y se retiraba luego dejando al descubierto la franja de algas y los guijarros, las aves marinas emprendían veloz carrera y corrían sobre las playas. Entonces, les invadía también a ellas aquel mismo impulso de volar. Chillando, gimiendo, gritando, pasaban rozando el plácido mar y se alejaban de la costa. Se apresuraban, aceleraban, se precipitaban, huían; pero ¿adonde, y con qué finalidad? La inquieta urgencia del melancólico otoño había arrojado un hechizo sobre ellas y debían congregarse, girar y chillar; tenían que saturarse de movimiento antes de que llegase el invierno.
«Quizá —pensaba Nat, masticando su pastel de carne en el borde de la escollera— los pájaros reciben en otoño un mensaje, algo así como un aviso. Va a llegar el invierno. Muchos de ellos perecen. Y los pájaros se comportan de forma semejante a las personas que, temiendo que les llegue la muerte antes de tiempo, se vuelcan en el trabajo, o se entregan a la insensatez.»
Los pájaros habían estado más alborotados que nunca en este declinar del año; su agitación resaltaba más porque los días eran muy tranquilos. Cuando el tractor trazaba su camino sobre las colinas del Oeste, recortada ante el volante la silueta del granjero, hombre y vehículo se perdían momentáneamente en la gran nube de pájaros que giraban y chillaban. Había muchos más que de ordinario. Nat estaba seguro de ello. Siempre seguían al arado en otoño, pero no en bandadas tan grandes como ésas, no con ese clamor.
Nat lo hizo notar
cuando hubo terminado el trabajo del día.
— Sí —dijo el granjero —, hay más pájaros que de costumbre; yo también me he dado cuenta. Y muy atrevidos algunos de ellos; no hacían ningún caso del tractor. Esta tarde, una o dos gaviotas han pasado tan cerca de mi cabeza que creía que me habían arrebatado la gorra. Como que apenas podía ver lo que estaba haciendo cuando se hallaban sobre mí y me daba el sol en los ojos. Me da la impresión de que va a cambiar el tiempo. Será un invierno muy duro. Por eso están inquietos los pájaros.
Al cruzar los campos y bajar por el sendero que conducía a su casa, Nat, con el último destello del sol, vio a los pájaros reuniéndose todavía en las colinas del Oeste. No corría ni un soplo de viento, y el grisáceo mar estaba alto y en calma. Destacaba en los setos la coronaria, aún en flor, y el aire se mantenía plácido. El granjero tenía razón, sin embargo, y fue esa noche cuando cambió el tiempo. El dormitorio de Nat estaba orientado al Este. Se despertó poco después de las dos y oyó el ruido del viento en la chimenea. No el furioso bramido del temporal del Sudoeste que traía la lluvia, sino el viento del Este, seco y frío. Resonaba cavernosamente en la chimenea, y una teja suelta batía sobre el tejado. Nat prestó atención y pudo oír el rugido del mar en la ensenada. Incluso el aire del pequeño dormitorio se había vuelto frío: por debajo de la puerta se filtraba una corriente que soplaba directamente sobre la cama. Nat se arrebujó en la manta, se arrimó a la espalda de su mujer, que dormía a su lado, y quedó despierto, vigilante, dándose cuenta de que se hallaba receloso sin motivo.
(Daphne du Maurier: "Los Pájaros" 1952)
Le digo la verdad. Lo vi tan feo que desconfié que fuera realmente un Golf.
ResponderEliminarLo veía muy angosto y alto, como si fuera una Suran.
Yo leo Golf y pienso en una carrocería más ancha y baja, más deportiva que utilitaria.
Escribí todo un comentario defenestrandole el modelo, pero antes de dispararlo, se me ocurrió buscarlo en la web.
Y me llevé la sorpresa, el modelo es perfecto.
El que es una cagada es el Golf 5!!!!
Mea culpa.
Pero como borró ese comentario!!!! Hubiese hecho juego con el auto.
EliminarDebo confesar que cuando lo vi, también me pareció horrible y dude que sea Golf. Y también tuve que recurrir a internet para desasnarme y saber que efectivamente compartía el nombre con el deportivo que conocemos.
Y lo que me llama la atención, es como siendo un Minichamps, la pintura ha empezado a sentir el paso del tiempo.
Tal vez ya no es lo que era antes.
Es que Usted no buscó bien, seguramente hay algún Golf con la pintura envejecida y Usted lo dejó pasar. Minichamps nunca miente!
EliminarLes puedo compartir el mío? Y también hay una versión Cross eh!
ResponderEliminarhttps://unocuarentaytresortuzar.blog/2023/04/12/vw-golf-plus-2005/
Hola Sebastián!!!
EliminarMuy bonito en azul, creo que queda mejor que este rojo.
Y muy bueno tu blog "1/43 Ortúzar", lo recomiendo para todos aquellos que disfrutan de las miniaturas.
Saludos!!!!