El fracaso es algo
innato que nos acompaña toda la vida. La mayoría de las veces, durante el día,
son más los fracasos que los éxitos. Nos quedamos dormidos, el desayuno nos
sale un asco, el tránsito nos demora más de la cuenta, el jodido jefe llega
antes que nosotros, el almuerzo es tan horrible como todos los días, nos quedan
tareas pendientes, tardamos en volver a casa donde hace rato que no nos esperan
con una sonrisa y seguro que algo se rompió y debemos repararlo. La televisión
nos bombardea con más malas noticias y así nos vamos a dormir, para repetir la
historia el día siguiente. Pero si vamos a hablar de grandes fracasos,
permítanme que les muestre el Chrysler Airflow de 1936. Perdedor…
Es cierto que hay
muchos avatares durante la vida, pero ¿Cómo determinar que es éxito y que es
fracaso? Seguro que a muchos de nosotros nos inculcaron que ser exitoso durante
la adolescencia es terminar los estudios, tener amigos de los buenos y
seguramente tener varias novias. Para los treinta, estar casado, con un título
universitario, ser padres y tener un trabajo solvente, es sinónimo de victoria.
Para los cuarenta, ya somos gerentes de una multinacional, nuestros hijos
crecen felices, nuestra casa es la envidia del barrio y tenemos dos autos en el
garaje.
Los cincuenta nos
encuentran con nuestros hijos ya independizados, prontos a ser profesionales.
Ya somos CEO de la empresa o tenemos nuestra propia cadena de negocios. Hemos
viajado por el mundo y visto lugares que poca gente ha tenido la suerte de
contemplar. A los sesenta, cerca de nuestro retiro, disfrutamos de cómo
nuestros hijos comienzan a hacer ese camino que los lleva a la cima. Y a partir
de los setenta solo disfrutamos de ver todo lo que hicimos. Bien, si eso es
éxito, acá les escribe un rotundo fracasado.
Cuando hicieron el
Airflow, no pensaron que iba a ser un fracaso y por eso pusieron lo mejor de si
para diseñarlo. Charles Breer, el jefe de diseño encargado del nuevo auto,
mirando el cielo observó una formación de nuevos aviones, de los cuales se
destacaban sus siluetas más aerodinámicas a las que estaba acostumbrado ver.
Esto lo llevó a ponerse en contacto con el ingeniero aeronáutico Orville Wright
que le sugirió la construcción de un túnel de viento, el cual arrojó como
veredicto, que los autos de la época eran más aerodinámicos cuando iban marcha
atrás que cuando iban de frente…
La distribución de
pesos también se mejoró, adelantando el motor sobre el eje delantero, lo que
llevó a los pasajeros que iban sobre las plazas traseras a ubicarse por delante
del eje trasero y no sobre el como ocurría en esos años. Esto mejoraba el
centro de gravedad al hacerlo más bajo y a la conducción ya que la distribución
de pesos era casi la ideal. En su interior también se notaba el avance de la
tecnología, al poseer un botón para su arranque, asientos con seis posiciones y
contar con velocímetro y tacómetro.
A pesar de todos estos
avances y de la fuerte campaña publicitaria, el auto fue un fracaso en ventas.
En sus cuatro años en producción en las cadenas de Chrysler y de DeSoto se
fabricaron cerca de 55.000 unidades, lo que llevó a discontinuarlo en post de
modelos más convencionales. Según los especialistas, era demasiado avanzado
para la época.
Entonces, ¿El Chrysler
Airflow fue un fracaso? Para el jefe de ventas y para las finanzas de la
compañía lo fueron, pero para la historia del automóvil no lo fue tanto. Un
auto revolucionario que marco el camino a seguir y hoy después de 80 años
estamos disfrutando.
La miniatura es de Ixo
Museum y en el video a partir del minuto 3:45 pueden ver como trataban a los
Airflow para que el público sepa de sus ventajas.