El paso del tiempo,
creo que lo único que es eterno, hace muchas veces que ciertos objetos pierdan
su valor, pero a la vez también hace lo opuesto con otros tantos. Con los
vehículos pasa lo mismo. El valor de un 0 Km, al paso del primer año ya se
desvaloriza y así transcurre sus primeros años de vida. Pero si su buen estado
se conserva, transcurrido el tempo necesario, se empieza a revalorizar como un
buen vino, o como este Fiat 508 berlinetta MM de 1935. ¿A las miniaturas le
pasa lo mismo?
Si tomamos la compra
convencional, que se hace en un local exclusivo de diecast, no caben dudas que
la última miniatura de un modelo, sale más caro que el mismo modelo con unos
años en su haber. La tecnología mejora la matricería, los materiales o la
tampografía, permitiendo en los modelos actuales, un nivel de réplica superior,
por lo que el coleccionista está dispuesto a pagar ese mayor valor.
Si la compra la
hacemos sobre una miniatura usada, ya sea en una feria o por internet, el
precio va a ser menor. Esto es normal, ya que un particular no tiene que pagar
impuestos, fletes y su margen de ganancias se limita al dinero que necesita
para una nueva miniatura.
Pero, la duda me surge
con una miniatura que tiene 20 o 30 años en su curriculum. Imaginemos que está
en perfecto estado, con su base y caja de acrílico o cartón. ¿Tiene un valor
adicional por ser antigua? ¿Y si la miniatura tiene 50 años? Seguramente el
nivel de reproducción no va a ser el mismo que en la actualidad y la falta de
detalles o las dimensiones fuera de escala se hace visible a simple vista. Y olvídense
de una buena tampografía en los autos de carreras. No solo habrá faltantes,
sino que los colores no van a ser los correctos.
Esas miniaturas, por
lo general aumentan su valor a un nivel que no todos comparten. Encima hay que
sumarle que seguramente la empresa manufacturera ya no existe, lo que le da un
plus de historia. Como parte de la historia que vivimos, disfrutamos de esas
miniaturas como cuando veíamos los autitos, a través del vidrio de la
juguetería en nuestra infancia. Los recuerdos, disparan sentimientos que estamos
dispuestos a revivir a través de esa miniatura de lejana factoría.
Ante la consulta, de
si me gustaría tener una miniatura con más años que yo, obviamente que la
respuesta va a ser afirmativa. Pero lo que no comparto son los valores que se
manejan. No es porque el ahorro sea una de mis virtudes. Alcanza con ver el
estado de mis cuentas que reflejan, como una persona puede gastar más de lo que
gana, para darse cuenta que me gusta “quemar” toda la plata. Pero soy
coleccionista de réplicas de autos, no de objetos antiguos.
Es decir, yo quiero
tener una réplica de un modelo y el valor agregado que le dan los años a la
pieza, me gusta, pero no es condición para mi colección. Si quiero un modelo, y
el ancestro sale el doble, que uno de reciente factura, no lo dudo y me quedo
con el actual, que seguramente refleja con mucho más fidelidad, ese automóvil
que estaba buscando.
Sé que algunas
colecciones, cuentan con varías subdivisiones, como por ejemplo miniaturas de
la preguerra, de Fórmula 1 o vehículos franceses. Y estoy seguro que algunos
deben tener un grupo de réplicas ancestrales que me gustaría observar.
A propósito, al Diecast
moderno en escala 43, ¿Desde qué año lo consideran como tal? Por lo poco que
conozco de la historia de los autos a escala, y por mi gusto personal, lo sitúo
a fines de la década del 70. Sé de réplicas anteriores a la Segunda Guerra,
pero cuando digo “Diecast moderno”, me refiero a la producción en masa de
réplicas a escala 43, para que coleccionistas como nosotros disfruten de su
contemplación.
El 508 que nos
acompaña, es de la firma Starline para la colección 1000 Miglia La Leyenda, y
sufrió del despintado para convertirse en un civil. En el video pueden ver
todos los modelos del Balilla, acompañados por las más autóctonas canciones
italianas.