Hoy en día,
cuando el diseñador se sienta detrás del tablero de dibujo, el auto que va a
salir de su lápiz, está regido por las políticas de la empresa que baja sus
lineamientos, de acuerdo al estudio que haya hecho el departamento de
marketing. Son pocos los que tienen la libertad de poder hacer volar su
imaginación, a la hora de diseñar. También hay modelos que surgen de una
necesidad, sin importar el diseño, creando vehículos para un fin específico.
Claro que después el ingenio humano lo puede transformar en algo totalmente
diferente, como este Jeepney de 1980.
Queda claro
que el Jeep, surgió como necesidad del ejército. Debía ser un vehículo
estrictamente militar, por lo que no vino de la mano de ningún departamento de
diseño. Pero claro, la necesidad humana va mucho más allá, de las iniciativas
de un objeto. Es así, que según la sociedad en la que quedaba cada unidad
después del armisticio, la continuidad del vehículo podía tener cualquier
rumbo.
Por
ejemplo, en su país de origen, se transformó en el indicado para que los
jóvenes vayan a las playas con sus tablas de surf acompañados por las rubias
despampanantes de California. Simplemente había que dotarlo de algún color
llamativo, ponerles ruedas bien anchas para la arena y una barra antivuelco que
en realidad tenía como fin, llevar las tablas. Seguí teniendo solo dos plazas,
y si se llevaba un tercer pasajero, este iba parado con la cara al viento.
Atrás iban las bebidas, la poco ropa de recambio y arena…
Si alguna
versión del todo terreno por excelencia, quedaba varada en un país exótico, se
convertía en el ideal para los inexistentes caminos selváticos, donde los
turistas de turno, satisfacían sus ansias de aventuras. Que mejor entonces, que
un automóvil, que no se detiene ante nada, y que desprovisto de todo confort,
transmite a los ocupantes la verdadera sensación de sentirse Indiana Jones….
En algunos
países en plena reconstrucción, se transformó en el caballo de batalla de todas
las profesiones. Albañiles, pintores, carpinteros, echaron mano a las bondades
del modelo, para que una vez terminada la guerra, el noble vehículo siga
trabajando por muchos años más. Se los podía ver cargando todo tipo de
herramientas, sin importar tamaños o pesos. Uno podía encontrar tachos de
pintura, escaleras, cajas de herramientas, todo lo que una sociedad necesitaba
para volver a empezar.
Si de
destinos esquivos se trata, no creo que ni en el más lejano de los sueños, de
su diseñador Karl Probst se lo haya imaginado de taxi. Pero como toda cultura,
es superior a los designios de una mente, en los países asiáticos también tomó
forma de coche de alquiler. Claro, que como pueden ver en la miniatura se
utilizó la versión de chasis largo, con una carrocería que aunque mínimamente,
ayudaba a proteger a sus eventuales ocupantes, de cualquier inclemencia del sol
o de la lluvia.
La
miniatura viene desprovista de vidrios, puertas y los asientos traseros son más
parecidos a un tablón de la popular, que a las butacas que uno conoce en la
actualidad. El portaequipaje en el techo, tenía como finalidad dejar espacios
libres en el interior, para tratar de que entre la mayor cantidad de pasajeros
posibles. Es que estos coches de alquiler, poco tienen que ver con el concepto
de taxis que tenemos en el mundo occidental.
Para
nosotros, es un intermedio entre los taxis y los colectivos. Los pasajeros que
comparten el viaje, no tienen un destino en común, sino que a medida que se va
completando el cupo, el chofer arma el recorrido. A lo sumo se toma la
precaución de decir que rumbo se pretende tomar, muy sintéticamente con un par
de palabras, como por ejemplo “Al Norte”. Y no pretendan que los deje en la
puerta…
Y si de
destinos improbables, seguramente jamás supusieron al actual Wrangler,
Patriot o Grand Cherokee. Que quede
claro entonces, que si surge una idea, por más que los expertos digan que no,
hay que seguir pensando en ella. Los sueños aunque parezcan inalcanzables, son
la motivación del ser humano. No hay que dejar de tenerlos, no hay que dejar de
ir tras ellos.
Esta
miniatura que nos acompaña, pertenece al número 14 de la colección “Taxis del Mundo” de editorial
Altaya.
Si les
parece que la decoración de la réplica de este taxi de Manila es muy excesiva,
les sugiero que vean el video.