viernes, 26 de abril de 2013

Jeepney (1980)


Hoy en día, cuando el diseñador se sienta detrás del tablero de dibujo, el auto que va a salir de su lápiz, está regido por las políticas de la empresa que baja sus lineamientos, de acuerdo al estudio que haya hecho el departamento de marketing. Son pocos los que tienen la libertad de poder hacer volar su imaginación, a la hora de diseñar. También hay modelos que surgen de una necesidad, sin importar el diseño, creando vehículos para un fin específico. Claro que después el ingenio humano lo puede transformar en algo totalmente diferente, como este Jeepney de 1980.

Queda claro que el Jeep, surgió como necesidad del ejército. Debía ser un vehículo estrictamente militar, por lo que no vino de la mano de ningún departamento de diseño. Pero claro, la necesidad humana va mucho más allá, de las iniciativas de un objeto. Es así, que según la sociedad en la que quedaba cada unidad después del armisticio, la continuidad del vehículo podía tener cualquier rumbo.

Por ejemplo, en su país de origen, se transformó en el indicado para que los jóvenes vayan a las playas con sus tablas de surf acompañados por las rubias despampanantes de California. Simplemente había que dotarlo de algún color llamativo, ponerles ruedas bien anchas para la arena y una barra antivuelco que en realidad tenía como fin, llevar las tablas. Seguí teniendo solo dos plazas, y si se llevaba un tercer pasajero, este iba parado con la cara al viento. Atrás iban las bebidas, la poco ropa de recambio y arena…

Si alguna versión del todo terreno por excelencia, quedaba varada en un país exótico, se convertía en el ideal para los inexistentes caminos selváticos, donde los turistas de turno, satisfacían sus ansias de aventuras. Que mejor entonces, que un automóvil, que no se detiene ante nada, y que desprovisto de todo confort, transmite a los ocupantes la verdadera sensación de sentirse Indiana Jones….
 
En algunos países en plena reconstrucción, se transformó en el caballo de batalla de todas las profesiones. Albañiles, pintores, carpinteros, echaron mano a las bondades del modelo, para que una vez terminada la guerra, el noble vehículo siga trabajando por muchos años más. Se los podía ver cargando todo tipo de herramientas, sin importar tamaños o pesos. Uno podía encontrar tachos de pintura, escaleras, cajas de herramientas, todo lo que una sociedad necesitaba para volver a empezar.

Si de destinos esquivos se trata, no creo que ni en el más lejano de los sueños, de su diseñador Karl Probst se lo haya imaginado de taxi. Pero como toda cultura, es superior a los designios de una mente, en los países asiáticos también tomó forma de coche de alquiler. Claro, que como pueden ver en la miniatura se utilizó la versión de chasis largo, con una carrocería que aunque mínimamente, ayudaba a proteger a sus eventuales ocupantes, de cualquier inclemencia del sol o de la lluvia.

La miniatura viene desprovista de vidrios, puertas y los asientos traseros son más parecidos a un tablón de la popular, que a las butacas que uno conoce en la actualidad. El portaequipaje en el techo, tenía como finalidad dejar espacios libres en el interior, para tratar de que entre la mayor cantidad de pasajeros posibles. Es que estos coches de alquiler, poco tienen que ver con el concepto de taxis que tenemos en el mundo occidental.

Para nosotros, es un intermedio entre los taxis y los colectivos. Los pasajeros que comparten el viaje, no tienen un destino en común, sino que a medida que se va completando el cupo, el chofer arma el recorrido. A lo sumo se toma la precaución de decir que rumbo se pretende tomar, muy sintéticamente con un par de palabras, como por ejemplo “Al Norte”. Y no pretendan que los deje en la puerta…

Y si de destinos improbables, seguramente jamás supusieron al actual Wrangler, Patriot  o Grand Cherokee. Que quede claro entonces, que si surge una idea, por más que los expertos digan que no, hay que seguir pensando en ella. Los sueños aunque parezcan inalcanzables, son la motivación del ser humano. No hay que dejar de tenerlos, no hay que dejar de ir tras ellos.

Esta miniatura que nos acompaña, pertenece al número 14 de la colección “Taxis del Mundo” de editorial Altaya.

Si les parece que la decoración de la réplica de este taxi de Manila es muy excesiva, les sugiero que vean el video.


Buen fin de semana para todos, incluyendo a la colombina.

sábado, 20 de abril de 2013

Maserati Biturbo (1982)


Hoy, como todos los 20 de cada mes, es turno de Diecast Central. El tema que dictó la suerte es “Un Auto de Color Negro”, que lo propuso el Sr. Gaucho. Una invitación que no debería traer mayor inconveniente que ir hasta la repisa y elegir entre las miniaturas de tono ébano. Después de todo, ¿Quién no tiene un auto en ese color? Así fue que mi elección recayó en este Maserati Biturbo de 1982. Una coupé hermosa como la noche más oscura.

El tema de los colores, no es tan difícil en las miniaturas, porque por lo general, no dan la posibilidad de elegir entre una paleta de tonalidades. Vienen en la gama que el fabricante decidió copiar y a uno le gusta la miniatura y se la lleva. En cambio en los vehículos de tamaño real, la elección puede ser más que ardua. Y si es en pareja, puede ser hasta motivo de divorcio.

Dejando de lado los distintos matices que tiene cada color y del tipo de pintura, empezamos por los más claros, como el blanco que es un clásico. He tenido autos pequeños en ese tono y la verdad es que les queda muy bien. El tema, es en los automóviles muy grandes, puesto que pueden ser motivos de burlas, al emparentarlos con la heladera de casa. El color claro como que agranda las cosas al ojo humano. Es como ver a esa señorita rellenita en la playa con una malla enteriza blanca. No da.

Si subimos un poco el pigmento, nos encontramos con colores suaves, ideales para las señoritas y algo detestables para los caballeros. A pocos conductores, les gusta descender de su bólido de color pastel, en cambio las chicas lo llevan con orgullo y es más que entendible. Si le subimos la coloración mucho más, nos encontramos con autos señoriales en las gamas de los bordó, azules o marrones. Son esas berlinas casi de lujo, que los empresarios eligen como el auto de la empresa. Sobrios, como queriendo pasar desapercibido con su Audi….

También están los colores más fuertes, como el rojo, amarillo o tal vez un verde. Que son para ese deportivo de ensueño o para la coupé del soltero. Digamos que son los contrarios a los anteriores, son los utilizados para llamar la atención, para decir “Véanme, estoy acá”. Y si uno tiene auto para eso, está muy bien. Otro color y que me vendría muy bien a mi, es el gris. Ese color metalizado ideal para esconder la suciedad de meses, sin preocuparse porque esconde muy bien todo tipo de rastros de las lluvias.

Y al fin, nos queda el color negro. Para mi gusto, es una de las mejores elecciones. Verlo brillante, luciendo algunos cromados, tanto de día como de noche, lucen tanto auto más pequeño, como al más señorial, siendo ideal para la coupé como para el auto de trabajo. Pero como todo lo bueno tiene algo malo, el negro es el que más delata a la suciedad. Cualquier partícula que se pose en el auto, va a ser divisada a metros de nuestro recién lavado vehículo, haciendo imposible el sueño del auto perfecto. Pero para mí es un color que todos tenemos que tener alguna vez.
 
Como ejemplo vean esta Maserati. La marca del tridente estaba en manos del argentino Alejandro De Tomaso desde 1976, quien tenía pensado dar un giro en la dirección de la empresa, ya que la situación económica y financiera hacía peligrar la continuidad de la mítica marca. Se dejó de lado las coupés deportivas como Bora, Ghibili o Khamsin, y se optó por líneas más rectas, más emparentadas con las berlinas alemanas que con los deportivos italianos.
 
También se cambió la motorización, abandonando los V8, para pasar a un motor también en V, pero de solo 6 cilindros. Pero para no dejar de lado el espíritu de años de historia, se lo doto de un biturbo, capaz de sacarle al motor de 2 litros 180 CV o exprimir al 2.5 hasta los 205 CV.

Cuando el auto se presentó en 1981, muchos especialistas pensaron que Alejandro se había equivocado en el nuevo rumbo, pero el público no le dio la espalda. Las nuevas formas y motorizaciones, sumados a lo económico del modelo, hicieron que las ventas aumenten considerablemente. Hoy este auto, no es considerado como de los mejores deportivos de la marca, pero si se lo tilda de ser el responsable de que Maserati sobreviva hasta nuestros días.

La miniatura negra es de Grani & Partners y si lo desean pueden ver el video. Se los recomiendo.

Buen fin de semana y si pueden volver al negro, mucho mejor

domingo, 14 de abril de 2013

Porsche 928 S4 (1986)


Por alguna razón, en un momento de nuestras vidas nos gustan los autos deportivos. Tal vez tenga que ver con que en ese momento, estamos apurados por ir a ninguna parte. Es cierto que tienen su encanto estilístico y que la velocidad tiene su magia, no solo por la sensación que produce, sino también por la admiración a la parte mecánica, que es capaz de mover un automóvil como el Porsche 928 S4 de 1986 al ritmo de nuestra taquicardia.

Después uno abandona o no, esa admiración a estos autos. Uno se inclina por los autos familiares o muy antiguos o en el otro extremo se hacen fanáticos de los autos de carreras. Pero también están los que siguen en el rubro, convirtiéndose en especialistas de Ferraris, Lambos o Porsche, aunque solo los observen a través de una pantalla o libro.

Pero aunque nunca los hayan visto en directo, eso no les quita mérito, puesto que en la vereda de enfrente, hay gente que tiene algo en sus manos y no sabe lo que tiene. Después de todo el saber está en todas partes. Pero volviendo a los deportivos, esta clase de autos, muy elitista, siempre tiene adeptos en todos partes del mundo. Desde el país más avanzado, hasta la región más inhóspita, que solo los tiene en la imaginación de su gente.

Y dentro de los deportivos, podemos encontrar a los más exclusivo, esas versiones de solo 20 unidades, para que un puñado de humanos los compre, por el solo hecho de tener la necesidad de sentirse como el auto, superior al resto. Son esas unidades, basadas en el modelo original, pero que con cambios mínimos, los hacen ver diferentes. Por lo general no tienen otro motivo que el de facturar.

El resto de los estos súper autos, son más cercanos, con producciones superiores a las centenas y a veces con cantidades envidiadas por autos más terrenales. En este segmento, podemos ubicar a este modelo que nos acompaña, que sucede cronológicamente hablando al Porsche 924 que ya vimos.

El 928 nació como un proyecto demasiado ambicioso. Debía reemplazar al Porsche 911. Para tamaña tarea, se tomó la experiencia del 924, que a pesar de ser motivo de críticas, había instaurado por primera vez el motor delantero refrigerado por líquido. El principal motivo de seguir con esa política, eran las nuevas disposiciones norteamericanas, en materia de seguridad y los altos costos del consumo, como producto de la crisis del petróleo de 1973.

El director general, Ernst Fuhrmann que era supervisado por un anciano pero no por ello desactualizado Ferry Porsche, pronosticaba que al 911, le quedaba poco tiempo de vida, por lo que le dio la tarea de diseño del futuro auto a Wolfgang Möbius,. Como se iba a transformar en el nuevo buque insignia, se busco que refleje lujo y seguridad, dejando de lado la austeridad de otros modelos. Se tomó de base a su antecesor, con un largo capot delantero, y un habitáculo redondeado que albergaba a las dos plazas delanteras y las dos pequeñas traseras.
 
Por dar esa forma ovoide al habitáculo, se terminó redondeando toda la parte trasera haciendo que el paragolpe se integre a la carrocería, solución que también fue aprovechada en su parte delantera. Eso inició una tendencia, que aún vemos en los autos actuales, con los paragolpes con el mismo color que la carrocería, tal cual el 928. Otra característica era el clásico portón trasero que integraba la luneta.

Por las secuelas de la crisis del petróleo, se pensó en un motor de 6 cilindros de 3.3 litros para motorizarlo. Pero para ser punta de lanza, quedaba chico y muy cerca del 924. Por eso se montó por primera vez en la historia de Stuttgart, un V8 de 4,5 litros de cilindrada, capaz de alcanzar los 230 km/h. El modelo fue presentado en 1977 y fue muy bien recibido, siendo el primer deportivo en distinguirse como “auto del año” en Europa en 1978.

En 1979 se presenta la versión “S”, que poseía un motor de 4.7 litros y 300 CV, que posibilitaba llegar a 250 km/h. A esta altura, a pesar del éxito del modelo, se llegó a la conclusión que nunca iban a poder abandonar a los autos de motor trasero, por lo que el 911 siguió gozando de buena salud. En 1986, se potenció aún más el motor, que fue llevado a los 5 litros, alcanzando los 320 CV, con una velocidad de 270 km/h. Esa versión se la denominó “S4”.

Para el próximo capítulo de Porsche, los espero con el 944.

La miniatura que nos acompaña, pertenece al fascículo 18 de la Colección Porsche de la Editorial Planeta DeAgostini. De fondo acompaña la versión deportiva de Bburago. Y si no les alcanza pueden ver el video.

Buena semana para todos, guanuqueando.

miércoles, 10 de abril de 2013

Alfa Romeo Giulia GTA 1300 (1968)


Que de grande uno este coleccionando autos a escala, es motivo para que, el que no está en el tema, lo tilde de raro. Claro que uno tiene muchos más motivos para ello, pero por lo general, el coleccionismo para el que no lo practica, es una pérdida de tiempo y dinero. Pero el punto en común entre los coleccionistas de diecast y los que no, es que de chicos todos teníamos autitos, desde una verdadera réplica hasta uno de madera hecho por nuestras propias manos. Y lo bueno, es que a la hora de las carreras, todos tenían la posibilidad de victoria, como este Alfa Romeo Giulia GTA 1300 de 1968. Larguemos!!!!

En la adolescencia se toman caminos bien distintos. Futbol o autos, no hay término medio, por lo menos acá. No conozco a un amante del mundo motor que le pegue honrosamente a la redonda. Casi siempre terminamos clavándola en el ángulo, pero no del arco, sino de la tribuna. Y no le pidan al habilidoso del barrio, que distinga entre una Ferrari y un Fiat, porque para él es lo mismo, tienen cuatro ruedas y motor. Y si le pedimos que elijan un modelo, se inclinan por el Volkswagen Gol….

Hecha la elección, entre los que nos inclinamos por el olor a combustible, surge la rivalidad entre marcas. Se entiende que es algo típico de la temprana edad, porque si nos ponemos a reflexionar, no es muy sensato fanatizar por una empresa en contra de otra. Aunque cuando uno ve las carreras nacionales, ve a gente bastante mayor, agitando su bandera. Pero no a todos le gustan las carreras. Se que a varios que le gustan los autos, se aburren viéndolos girar una eternidad de vueltas.

En mi caso admito, que antes me gustaban más que ahora. Hace unos 25 años, era común que el domingo me levante a las 7 de la mañana, para ir al autódromo a ver al Turismo Carretera. Una pena, que en ese momento uno no se de cuenta que estaba en presencia de algo histórico, como ver a Mouras, Castellano, Morresi o Ramos. Pero con el paso del tiempo, solo las seguía por televisión y las revistas.

Los años siguieron su curso, y hoy la mayoría de las veces ya ni las veo. La Fórmula Uno es la única a la cual le sigo el tren, sin importar la hora. Creo que es porque uno tiene la necesidad de seguir con ese ritual. Para el resto de las categorías toda la información es a través de las publicaciones semanales. Creo que es por el hecho de querer que la lectura nunca pierda su lucha contra la televisión. Pero insisto, hay fanáticos de los autos, que detestan las carreras.

¿Cómo hacen para no disfrutar de una maniobra justa entre dos Fórmula Uno, cual mosqueteros, peleando por una doncella? ¿O al ver derrapar un WRC, por caminos que solo se atreven las cabras? ¿Me van a decir que no están pendientes cuando el escolta viene rebanando segundos a la punta y sabemos que lo va alcanzar en las dos vueltas finales? Y que mejor que ver en vivo, a los pilotos de categorías promocionales, yendo a la “chapa”, por mejorar un puesto. Si no saben que es todo esto, pídanle un consejo a Juanh….

El Giulia fue presentado en 1962, como el sucesor del Giuletta. Diseñada por Bertone, la coupé pronto tuvo sus inclinaciones deportivas de mano de Autodelta, quien la denominó GTA por “Allegerita”, ya que sus laterales de aluminio y sus ventanillas de plexiglass, lo adelgazaron en 200 kg. Al motor lo llevaron a los 170 CV, una barbaridad para un 1600 cc. El éxito fue inmediato, y el Giulia GTA se quedó con los campeonatos de Turismo Europeo por tres años consecutivos entre 1966 y 1968.
 
En la clase menor, hasta 1300 cc, los Minis eran los dueños de la categoría. Autodelta apuntó sus cañones a la división menor y presentó el GTA Junior, que destronó a los autos ingleses y se convirtió en el amo y señor de la categoría menor.

Esta miniatura de Metro, es del coleccionable “Alfa Romeo: Una Storia Italiana” de editorial Fabbri. El piloto es Enrico Pinto, quien ganó la clase hasta 1300 con este auto en Mugello, saliendo sexto en la general en 1968. El error que tiene la miniatura, es que en la base dice Junior 1300 y en los bajos del auto dice 1600. De ahí surge la confusión sobre el auto. En el video se lo ve mucho mejor.

Nos vemos en la próxima entrada. Buena semana y recuerden que no siempre puedes conseguirlo que quieres.

sábado, 6 de abril de 2013

Renault Spider (1997)


Después de unas vacaciones, mientras que la ciudad se reponía de la devastadora tormenta sufrida los últimos días, uno no podía abstraerse de pensar en lo dura que a veces puede ser la naturaleza. Antes, por falta de comunicaciones, uno estaba al margen de estos males, al menos que lo viva en carne propia. Se pensaba que la naturaleza era muy amigable, como por ejemplo para disfrutarla con este Renault Spider de 1997.

En realidad, esa imagen de disfrutar del viento en el rostro, mientras que recorremos una hermosa campiña, es más idílica que real. Los que hemos tenido la suerte de viajar en un descapotable saben que tienen muchas desventajas. En ciudad, lo que más me molestó, es que parece que todos te están mirando. Digamos que no es el auto para pasar desapercibido o si uno quiere ser perfil bajo. Pero bueno, mucha gente disfruta de ser observado, así que ese no es un problema fundamental.

Un inconveniente, es que si uno va acompañado, es difícil mantener una conversación en el tono habitual. La falta de isonorización, hace que muchas frases solo sean entendidas por la mitad. Y si uno viaja solo, olvídense de escuchar su programa favorito de radio. Pero el mayor inconveniente que le encontré, es la falta de seguridad. Y no hablo en caso de accidente, sino que uno es el candidato ideal, para los dueños de lo ajeno. No se puede llevar nada suelto, porque todo va a ser arrebatado.

Ya en la ruta, el problema es el clima. En verano, es cuando uno más piensa en disfrutar de estos autos. Pero el calor, en una butaca de cuero, puede llegar a ser más que insoportable. El aire acondicionado, no hace efecto, ya que el habitáculo al estar totalmente abierto, no retiene nada de la frescura de la climatización. Si es invierno, y el cabriolet que uno piensa disfrutar, es de los clásicos con techo de lona, les aviso que el viento que entra por todos lados, hace que el uso de la calefacción sea permanente. Y si llueve, usen impermeables.

Seguramente se pueden seguir enumerando puntos flojos de estos autos, pero todos se van a la basura, con solo pensar en el viento recorriendo nuestros rostros, mientras que conducimos al ras del piso, un día primaveral por la campiña. Como siempre, nuestra mente puede más que cualquier verdadera situación, así podemos seguir soñando, con nuestro viaje ideal.

En 1990, en el Salón de Paris, Renault presentó un concept llamado Laguna que nada tenía que ver con el sedán que conocemos. Se trataba de un vehículo para dos personas, de líneas simples, sin techo, ventanas ni parabrisas, cuyas puertas abrían al estilo Lambo. Más allá de que era solo un ejercicio de diseño, el “automóvil” fue bien recibido por la prensa especializada y por los eventuales clientes, quienes se mostraron interesados en que Renault, haga estos concepts.

En 1992, Renault obtiene la Copa de Constructores y el 1-2 en el Campeonato de Pilotos de Fórmula Uno. La popularidad que en ese momento tenía la casa del rombo, impulso la idea de producir un auto sport. Se pensó en hacer un deportivo en base a este Laguna, por lo que se hizo un nuevo prototipo, pero al terminarlo, los directivos quedaron conformes con el spider, que aprobaron sin titubear su producción.

En 1995 se presentó en el Salón de Ginebra, el Renault Spider. Contaba con un motor de 2 litros de cilindrada y 150 CV. El peso del vehículo era cercano a los 930 kilos, lo que daba una relación peso/potencia ideal para sentir la sensación de un verdadero deportivo. Por una cuestión de costos y de pesos, carecía de dirección asistida, ABS y calefacción, faltantes que incrementaban la emoción de conducirlo. A pesar de tener una barra antivuelco, era obligatorio el uso de casco, debido a la ausencia del parabrisas. Por eso, al año siguiente se le agrego como variante la versión con parabrisas. 

En total se construyeron unas 1700 unidades, las cuales hoy cotizan más alto que su precio original, lo que lleva a pensar que tal vez, en unos 15 años más, sea un verdadero clásico.

La miniatura pertenece al fascículo 50 de “Car Collection” de la Editorial DelPrado. En el video lo pueden ver mucho mejor.

Disfruten del viento y de este auto de Spiderman.

Un clásico devorando litros....

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