Hay marcas que generalmente se instalan en la mente de la
gente, debido a algún modelo en especial, a los éxitos conseguidos en la competición
o porque pasan a ser parte de la cultura de un pueblo, país o región. Tal vez
suena un poco extraño, pero uno termina fanatizado por una empresa, algo que desde
la lógica parece imposible de hacer. Pero solo basta mirar los domingos, las
carreras de automovilismo, para ver a miles de hinchas vitoreando su marca y
repudiando al rival. Es que uno se olvida que está defendiendo los colores de una
compañía y solo recuerda los gratos momentos vividos gracias a esa máquina.
Entre estos clásicos de todos los tiempos, que despiertan sentimientos, se
encuentra el Ford V8 de 1936. Hay gorro, bandera y vincha!!!!!!
Ford venía fabricando motores de cuatro cilindros, que
habían hecho verdaderos milagros en el Modelo T y en el modelo A. Pero la
industrialización avanza y Chevrolet saca un 6 cilindros tan exitoso en calidad
como en ventas. La respuesta de Henry Ford no podía ser menor, y en secreto
manda a diseñar un motor V8. Lo que él quería, era popularizar esta
configuración de motor, y es por ello, que el mayor inconveniente para los
ingenieros era hacerlo, confiable y económico. Los ingenieros Carl Schultz,
Emil Zoerlin, y Ray Laird, entendieron que para conseguirlo, debían trabajar en
el concepto de monobloque. El resultado fue un motor de 3600 CC, apenas un 20%
más grande que el 4 cilindros, pero entregaba 65 HP contra los 40 HP de su
antecesor. El motor era a 90º con válvulas a la cabeza, la cual era plana y por
eso se lo conocía con el nombre de “flathead”
En todas las desgracias, se ven ideas brillantes que tal vez
en un momento de calma no se toman. Y puede ser que este haya sido el caso. En
el mismo momento que se produce el derrumbe de las bolsas económicas del mundo,
se estaban terminando las pruebas del modelo A “mejorado”, el cual iba a tener
el mejor 4 cilindros hasta el momento conocido. Se ordena producirlo, y todos
los proveedores de la compañía, reciben pedidos. Los trenes ingresaban a la
planta cargados de materias primas y la producción de la fábrica se la lleva a
su punto máximo. Los hornos de fundición propios, vaciaban sus coladas durante
las 24 horas. A pesar de la crisis, todo era un hervidero, de pedidos y
producción incesante. Los modelos “mejorados” entraban y salían a un ritmo
vertiginoso. Los pedidos empezaban a llegar de las concesionarias del país. El
7 de diciembre se habían despachado 35.000 unidades y en la fábrica había
material para otros 50.000, cuando Henry ingresó a la planta y ordenó detener
toda la producción.
Para Mr. Ford, el modelo A mejorado no era lo que necesitaba
el público. Previsor como pocos, entendió que la gente quería dejar atrás
cuanto antes los efectos de la crisis. Debía darle algo totalmente nuevo e
innovador. Ese día se reúne a solas con su hijo Edsel, y luego de debatir por
espacio de unas horas, se suceden distintos hechos. Los trenes bajan las
últimas materias primas y salen vacíos. Los proveedores deben detener los
pedidos, mientras que por estar detenida la línea de montaje, muchos puestos
quedan vacantes, mientras que los trabajadores quedan a la espera de volver y
reanudar el trabajo. El nuevo motor V8 es llevado desde el laboratorio al
departamento de ingeniería y se decide preparar toda la planta para una
producción en masa.
Desde ese momento, el mismo Henry Ford estaba en la planta
ordenando y dirigiendo todo. Para el nuevo motor se necesitaban piezas que Ford
no fabricaba, por lo que había que proyectarlas y fabricarlas en cualquier
lugar. También se debía hacer una nueva línea de montaje con máquinas que
todavía no estaban en existencia. Y por si esto fuese poco, el público entendía
que no se iba a fabricar más el cuatro cilindros, por lo que diariamente se
recibían cartas solicitando que esto no suceda. Por lo tanto también se seguía
fabricando el 4 cilindros, tanto para atender los pedidos como para utilizar
toda la materia prima que ya se disponía.
-¿Y está seguro de que hallará mercado para sus nuevos
vehículos?- le preguntaron
-No estamos seguros – respondió – Pero vamos a arriesgarnos.
Para empezar una cosa siempre hay que arriesgar algo. Y la fe es contagiosa. Si
nosotros tenemos confianza, otros también la tendrán.
En definitiva, el nuevo modelo A mejorado tuvo dos
versiones: la del 4 cilindros que era llamado modelo B y la del 8 cilindros,
que era denominado modelo 18. Aunque todos lo conocemos simplemente por V8. El
modelo B, obviamente se vendió muy poco, ya que al haber una poca oferta del
mismo, los precios no eran mucho más económicos que el V8. Y por otro lado,
todos querían tener un 8 cilindros. Se ofrecían en distintas versiones: coupé,
sedán, pick up y roadster. Pero era tal la combinación que se ofrecía que por
ejemplo, en 1936 había 23 versiones disponibles. Y todos los años se
implementaban pequeños cambios, por lo que el feliz poseedor, identificaba su
auto diciendo: “Tengo un Ford V8 modelo 1933”
El auto tuvo mucha popularidad, porque no solo era usado por
el ciudadano, sino también que lo utilizaban, actores, deportistas, bomberos y
obviamente gangster. Los más conocidos fueron Bonnie and Clyde quienes
asaltaban bancos y comercios. Clyde con sus cómplices, eran los que ingresaban
al comercio, robaban y se escapaban en un automóvil robado y corriente. Bonnie
los esperaba con el V8 más potente, se reunían y escapaban. La pareja tenía
gran confianza en el auto, con el cual se sacaron varias fotos y le escribieron
una carta al mismísimo Henry Ford: "Estimado señor: mientras me quede aire
en los pulmones aprovecharé para decirle que usted fabrica un gran auto.
Siempre robé un Ford para mis fugas. Por su alta velocidad y porque nunca tiene
problemas, el Ford siempre dejó atrás a los demás automóviles, y aunque mi
actividad no ha sido estrictamente legal, a nadie perjudica que yo le haga
saber lo excelente que es su modelo V8.". Extraña publicidad, ¿no?
Bueno, espero que les haya gustado la historia, el video, la publicidad de la época en la Argentina y
las fotos que pertenecen al fascículo 20 de la colección “Taxis del Mundo”,
editorial Altaya, edición Argentina.
Saludos para todos.