El paso del tiempo y nuevos caminos, dejaron en el olvido a este lugar,
comenzando con un abandono de la famosa torre.
Parecía que su destino era como
el de muchas construcciones medievales de las que solo se observan ruinas, pero
a mediados de los años ochenta, tuvo la suerte de caer en las manos de Miguel de
la Vía.
La
reconstrucción se hizo lo más detallada posible, utilizando canteras de la zona hasta que
se terminaron y hubo que recurrir a La Rioja. Especialistas en piedras, maderas
y herrajes se encargaron de recrear este pedazo de historia, bajo la atenta
mirada de Miguel, que no perdía ocasión para incluir su gusto en la
restauración.
Miguel no solo era hábil para los negocios. También tenía una veta artística que lo llevó a pintar distintos murales que hoy adornan algunas paredes de la fortaleza. Pero su verdadero pasatiempo eran los automóviles. En aquellos años ya contaba con tres Rolls Royce y algunos vendedores le ofrecían otros modelos de la casa inglesa, sabiendo de lo difícil de encontrar un comprador para estos automóviles usados. De apoco Miguel se vio rodeado de media docena de Rolls y ahí empezó a perseguir distintos autos por el mundo.
Por ejemplo, se dice que estuvo detrás de un Phanton IV durante 3 años, ya que tampoco estaba dispuesto a pagar barbaridades por un modelo. Como un coleccionista de autitos, que se niega a pagar el triple por un coleccionable.
Hoy en día, en la Torre Loyzaga se encuentra la colección de Rolls-Royce más completa de Europa, donde por ejemplo, pueden contemplarse juntos todos modelos de la serie Phantom fabricados hasta 1972. Consta de 5 pequeños pabellones (tres exclusivos de la marca inglesa) y de un sexto llamado Hall Baronnial, edificado en el interior de la muralla.
En definitiva, un pequeño lugar para los amantes de los autos, rodeado de un paisaje de ensueño. Les dejo una primera entrega de fotografías.
Impresionante realmente.
ResponderEliminarCon semejante cantidad de piezas, imagino que el sentimiento debe ser similar al de una colección de diecast. Cacerías, intercambios, mecadillos y mucho que aprender.
Aunque también es una mochila cuando uno quiere mudarse o disponer del efectivo. Una mochila más grande que una vitrina de HWs.
Me encantó el pabellón con paredes de piedra originales restauradas.
Hola Gaucho!!!!
EliminarPara mí también es el mismo sentimiento. Me lo imagino buscando piezas, viendo precios, viendo el estado de cada auto y los costos de envío. Si vale la pena comprar un modelo para restaurar o comprarlo impecable. Y luego ver el lugar donde ubicarlo!!!!
Por suerte, yo tengo esos dilemas pero a escala 1/43...
El pabellón Hall Baronnial es una belleza. Ya ver las paredes y el techo, impresionan. Las luces imitando antorchas en las paredes, le dan un mayor estilo. Y los autos de época son dignos de estar ahí.
Es un pequeño paseo, de apenas una hora o un poco más, que vale la pena.
Es realmente impresionante.
ResponderEliminarDebo reconocer que antes de visitar el Castillo de Concejuelo no era muy fan de la marca Rolls Royce y Bentley pero después de admirarlos de cerca me enamoré de esos colosos.
Además este tipo no se paraba en coleccionar solo Rolls también encontramos, Mercedes, Ferraris o Lamborghinis.
Un saludo!
Hola Xavi!!!!
EliminarMe pasó exactamente lo mismo. Uno reconoce a Rolls Royce como una marca importante, pero que le es muy lejana en los sentimientos. Pero después de pasear por este Castillo, uno toma verdadero conocimiento de lo que significa la marca y es verdaderamente imponente ver tantos RR todos juntos. Una delicia.
Y el Lambo amarillo, se merece una entrada propia.
Saludos!!!!