martes, 12 de diciembre de 2023

Dodge Charger R/T (1970)

“…Estévez lidera una nueva generación de jóvenes sin miedo, que queman el asfalto de las calles de Nueva York y las pistas de carreras en sus autos japoneses modificados. En el atardecer, se adueñan de las calles. Rugiendo y zumbando en manada, sus autos se arrastran por el asfalto con grandes alerones traseros y ploteados con colores brillantes, que se fusionan con las calles laterales de la parte alta de Manhattan, en la ya congestionado de autos Henry Hudson Parkway. Zigzagueando de un lado a otro como kartins con complejo de jets, se detienen en una esquina, bloqueando tres carriles de autos en preparación para la infame carrera de milla y media.

Un Nissan 300ZX negro y un Mitsubishi Starion blanco salen del grupo y van lentamente a la línea. Mientras el sol baila con el río cercano, el sonido de los parlantes de los autos y los demás conductores gritando, se ahogan por la explosión sónica del sonido de los motores acelerando antes del despegue. Un fornido latino con una remera amarillo brillante esta en medio de “la pista” y levanta sus manos. Ambos autos se sacuden y se detienen como pitbulls encadenados, sus escapes escupen un humo negro. Las manos caen.

10 MPH: Desde la salida, el Nissan sale adelante con un auto de distancia. 

40 MPH: Aun en primera, el piloto cambia rápidamente a segunda marcha, su cabeza se agita hacia atrás. Las gomas hacen un breve chillido.

100 MPH: El Starion se acerca. Hay un momento de vacilación donde parece que el Nissan podría perder. Esto solo dura una centésima de segundo.

160 MPH: Apretando los dientes, el hombre detrás del volante del Nissan comienza a temblar por la velocidad; su visión se torna borrosa. El no ve el Starion acercarse.

Cruzando la línea de meta, el piloto del Nissan, Rafael Estévez, gana por auto de distancia. En menos de un minuto, el joven en el Mitsubishi ha perdido $7,500 dólares. Lleno de confianza, Estévez lo desafía inmediatamente por 2.500 dólares y le ofrece una ventaja de varios coches y le gana de nuevo.

Estévez, un Dominicano corredor callejero de Washington Heights, es considerado un gangster entre una creciente legión de jóvenes adictos a la velocidad que aterrorizan los callejones, carreteras, y las pistas de carreras alrededor de la ciudad de Nueva York. El frenesí de las carreras de urbanas, inició a principio de los 90 por un grupo muy unido de jóvenes de origen asiático en el sur de California y ahora es muy activo en la costa este. Los cientos de jóvenes que se agrupan en los lugares más activos de New York como el Francis Lewis Boulevard en Queens y la Fountain Avenue en Brooklyn cada fin de semana son un plurilingüe urbano de Puertoriqueños, Dominicanos, Chinos, Filipinos, Jamaiquinos, Italianos y otros grupos étnicos que solo tienen una cosa en común: Aman la sensación de ir a toda velocidad, el sonido del metal y el caucho que se produce al conducir a velocidades peligrosas en la jungla de concreto.

Los hombres jóvenes siempre han estado fascinados con ajustar y modificar los big block Chevys y Mustangs desde los días de “Rebeldes sin causa”. Pero los nuevos no estaban de acuerdo con conducir Muscle Cars de antaño. En cambio, están modificando autos japoneses de bajo presupuesto como los Honda Civic y Acura Integra, tatuandolas como los skateboards con stickers. Al modificar los motores, agregan superchargers y el uso de nitro, pueden salir disparados en cualquier semáforo y hacerlo con un “rice burner” (“Quemador de arroz” es un término peyorativo aplicado originalmente a las motocicletas japonesas y que luego se expandió para incluir automóviles japoneses o cualquier vehículo fabricado en el este de Asia), que sus madres deberían conducir es algo arrogante.

“Otras personas sienten emoción al usar drogas o lo que sea. La velocidad nos excita”, pocos como Estévez saben lo que se siente. Con 6 pies de altura, hombros caídos y saludable, el escribe sus propias reglas. Olvídate del valor, compasión, honor; en su libro eso es sinónimo de llegar segundo. “La gente dice que hago trampa siempre”, explica Estévez, y una gran sonrisa aparece en su rostro. “Ellos dicen que me salto el arranque, que hago esto, que hago lo otro. La carrera es una guerra. Si traes un cuchillo y yo traigo una ametralladora, estas muerto. Es todo.”

Regla callejera #1: Acelera antes que las manos bajen.

“Cada vez que alguien va a arrancar, siempre hace algo con el cuerpo” dice Estévez. “Justo antes de soltar el embrague, usualmente se inclinan adelante. Yo no miro a quien da la arrancada (el que está entre los dos autos). Yo solo espero que la otra persona se mueva y me aseguro de arrancar antes que él”. Juan J. Sánchez, compañero de carreras de Estévez desde hace 16 años, lo describe como una persona imbatible. “La mitad de la carrera es psicología, y él está mentalmente preparado” dice Sánchez. “

Cuando era niño, Estévez recuerda estar paralizado frente a la TV cada semana para ver los Dukes de Hazzard. “Los Dukes hacían muchas acrobacias, volaban por el aire y siempre eran perseguidos por la policía”, recordaba. “La mejor parte era que siempre escapaban”. Las fantasías de Estévez de escaparse de ley se harían realidad cuando descubriría “La Pista” entre la 190 y Amsterdam Avenue, en el alto Manhattan. En muchas húmedas noches de verano entre las luces color caramelo de las bodegas y el sonido del merengue y el hip-hop, un joven Estévez venía a estudiar la técnica de los mejores veteranos.

Su primer auto fue un auto para “ir al supermercado”, un Datsun 510 naranja del 1972 el cual armo y desarmo cientos de veces para hacerlo más rápido. Cuando cumplió 16, Estévez dejo la escuela y dedico todo su tiempo a los autos. Trabajo en diferentes talleres, puliendo sus habilidades con los autos de otras personas. Todo su dinero iba directo a su propia máquina. Constantemente reconstruía su auto, forjando su reputación cada vez que vencía a otro amigo. Esa fue la era dorada de las carreras callejeras, cuando las apuestas subían y las reputaciones caían en un abrir y cerrar de ojos, pero la policía comenzó a tomar medidas en el asunto.

“Es un problema real” dijo el jefe de la policía de Nueva York Michael Ansbro, quien presencio a los corredores cerrar las calles para sus carreras a la milla en el Henry Hudson freeway. “No podía creerlo, cuantas personas iban cruzándose dentro y fuera del tráfico. Yo iba a 60 y cuando menos lo pensabas, ellos pasaban volando por mi lado.” El verano pasado, en una operación conjunta con la policía de carretera y the local 24th Precinct dirigieron su atención a las carreras ilegales en la 190 y Amsterdam. Entre julio y diciembre de 1997, la policía había puesto 310 multas por velocidad y 150 citaciones por diferentes violaciones. Ahora, un auto de la policía sin identificación trabaja junto a otro identificado para atrapar a los demonios en la Henry Hudson….”

Esto es un extracto de la revista VIBE, llamado “RACER X” escrito por Ken Li en 1998 (Click para leerlacompleta). Este artículo fue la inspiración para escribir la primera película de “Rápidos y Furiosos”, cuyo título fue sacado de la película homónima de 1955 (Aquí pueden verla, es muy interesante). El resto de la saga es historia.

La réplica corresponde a la colección española en 1/43.

2 comentarios:

  1. Muy interesante, me encantó la parte del corredor que no mira la señal de largada, sino el movimiento corporal del otro corredor, me recuerda a la película Rápida y Mortal, que para el duelo, todos miraban el reloj, pero había un ruidito que hacía el reloj antes de mover la aguja y eso daba una ventaja decisiva.

    En cuanto al Charger, tengo opiniones encontradas.
    Es grande, muy grande, tan grande que pierde proporciones. Seguramente calza las ruedas más grandes que hay, pero le quedan chicas.
    Quizás esta apreciación se deba a algún vicio ocular inferido por Mattel y sus HW con ruedas hipertrofiadas, el hecho es que cuando veo un Charger "de verdad" o con proporciones reales como el que muestra, me parece flojo de cauchos, casi como una vaca cansada.
    Échele la culpa a Mattel.

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    Respuestas
    1. A mi me llamó la atención, como un simple artículo desató una saga de películas infinitas, merchandising y demás, hasta convertirse en un autito que llegó a mi repisa...

      Y las ruedas le quedan bárbaras... Bueno, eso creía hasta que empecé a prestarle más atención... Y ahora me parecen chicas. Pero ojo, en vivo y en directo, no parece tan desproporcionado, pero unas ruedas de mayor tamaño, seguro que le quedan mejor.

      Saludos!!!!1

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Un clásico devorando litros....

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